jueves, 26 de febrero de 2009

Biología de las razas


¿Qué nos dice la ciencia sobre las "razas" humanas?

Desde un punto de vista biológico no existen las razas en la especie humana. Lo que llamamos "razas" son categorías definidas por razones históricas, geográficas, sociales y culturales; pero esas categorías no corresponden a divisiones "naturales" de la especie humana.

Se sabe, estudiando el ADN de distintos grupos de individuos de todas partes, que la población mundial actual proviene de un pequeño grupo de homo sapiens salido de África. Así que podemos decir con certeza que en la actualidad, todos los humanos sin excepción compartimos un antepasado africano que con toda seguridad era negro.
De todas formas el concepto de "raza" todavía tiene importancia social en la vida humana; por ejemplo, puede ser una importante forma de identificación cultural de ciertos grupos sociales como el movimiento de orgullo negro, o tomar una dirección negativa, como el KKK y otros grupos xenófobos.

Desde un punto de vista biológico, las diferencias raciales entre los humanos no existen.

Puede ser que esto sorprenda a algunos lectores porque hemos sido condicionados socialmente a pensar que cada persona pertenece a una determinada "raza" caracterizada por diferencias superficiales como el color de la piel y la textura o el tipo de cabello.
Muchos saben que no hay una "raza" superior o inferior; muchos también saben que todos los seres humanos pertenecemos a una sola especie: Homo sapiens (todas las poblaciones humanas de todo el planeta se pueden cruzar y reproducir).
Pero a pesar de eso, muchos creen que las "razas" son categorías biológicas naturales e inmutables y tienen relación con la inteligencia o las habilidades del individuo, o si pertenece a un país rico o a uno pobre, entonces se relaciona el color de la piel con el nivel social y cultural, y esa manera de pensar es la que llevó desde la antigüedad hasta el presente a que los seres humanos abusen y se maten entre sí.
Esto no es nuevo, y por supuesto esa creencia es incorrecta, y como se ve, fuente de separación y dolor e incluso esclavitud y muerte.
No importa cómo se definan las categorías ni su número, cuando se comparan poblaciones humanas al nivel molecular y genético, ¡todas esas categorías "raciales" desaparecen!
Eso se debe a que los tipos y la cantidad de variación genética que existen dentro de poblaciones humanas y entre ellas, no corresponden a ninguna de las categorías sociales que definimos como las grandes "razas" humanas.
En realidad podemos encontrar algunos patrones de variación genética entre poblaciones regionales de seres humanos, pero esos patrones no respetan las categorías "raciales".
Por ejemplo, la variación genética que se encuentra en la población de un continente puede parecerse más a la de una población que está al otro lado del mundo, que a la de una población vecina. ¡Además, no hay un solo gen (ni un solo alelo, que es una forma alternativa de un gen) que sirva para distinguir claramente una "raza" de otra!
Hay ciertas diferencias bien conocidas en poblaciones de distintas regiones del mundo, en la frecuencia de distribución de ciertos genes, por ejemplo, los que dan resistencia a ciertas enfermedades y otras características particulares de cada grupo.
La mayoría de las diferencias reconocibles entre amplios grupos humanos tienen que ver con características muy superficiales, como color de piel o tipo de cabello: nadie negará que en promedio es fácil distinguir entre personas de familia bantú, japonesa o sueca. Pero eso es "en promedio" y no hay un miembro "típico" de ninguna de las grandes "razas" humanas en ninguna parte del mundo, ni siquiera con respecto a rasgos superficiales como color de piel o tipo de cabello o de cuerpo.
Por ejemplo, los "africanos" poseen una gran variedad de tonos de piel: desde distintas tonalidades de piel oscura, piel clara (norafricanos y egipcios de apariencia caucásica) y piel amarilla (los KoiSan del sur); igualmente tienen todos los tipos de cuerpo; en África viven los pigmeos, que son los seres humanos más bajos (en promedio) y los Masai, que son los más altos (en promedio) y ambos son de raza negra.
De modo similar, los "europeos" abarcan gente de piel clara y cabello rubio (el escandinavo promedio), pero también gente de piel oscura y cabello oscuro (del sur y el este) que se parece más a las poblaciones del norte de África y del Medio Oriente, que al sueco promedio. Los "asiáticos" tampoco encajan en un solo tipo: hay una amplia variedad de gente, como turcos, indios y japoneses, y abarcan todo color imaginable de piel y todo tipo de cuerpos.
China, con su extenso territorio incluye muchos grupos diferentes, que podríamos clasificar dentro de la raza amarilla, pero lo cierto es que los chinos del norte (más altos y fornidos) se parecen poco a los del sur, que son mucho más pequeños físicamente.
Otro ejemplo lo constituye la frecuencia de embarazos múltiples, el embarazo gemelar es más frecuente en la raza blanca y el de tres o más fetos en la raza negra, la raza amarilla tiene muy poca frecuencia de gemelos. Se describe también una mayor frecuencia en los países fríos que en los cálidos y existen evidencias de predisposición familiar tanto por el lado materno como paterno.
O sea que donde quiera que miremos encontraremos una extensa variedad de colores de piel y características fisiológicas particulares en cada grupo. Algunas son debidas a la "mezcla" de migraciones recientes; otras son más antiguas, como la mayor frecuencia de piel oscura en las zonas tropicales y la mayor frecuencia de piel clara en las zonas templadas y árticas, que posiblemente surgieron como adaptaciones locales a ciertas condiciones ambientales en los primeros tiempos de la expansión humana por el planeta. Se sabe que los ojos rasgados de los orientales representan una adaptación al clima (para protegerse del reflejo del sol en la nieve)
En la actualidad la variedad es tan grande que no se puede hablar de un "africano" típico, un "europeo" típico, un "asiático" típico o un "latino" típico, ni siquiera con respecto a las características más superficiales como el color de la piel.
Algo más importante es que si vamos más a fondo, si examinamos la variación molecular y genética presente en el ADN de todas y cada una de las poblaciones humanas, encontraremos que siempre hay más variación genética general entre los individuos de una población que entre dos poblaciones geográficas, o entre dos grupos "raciales", en cualquier parte del planeta.
De hecho, el consenso de los antropólogos, los biólogos moleculares y los genetistas de población es que el concepto de "razas" biológicas en los seres humanos por regla general no tiene sentido porque prácticamente toda la cantidad de variación genética presente en la especie humana entera se encuentra en cualquier población humana en cualquier parte del mundo.
Por ejemplo, si todos los seres humanos del mundo se extinguieran menos los de la tribu kikuyu de África oriental, esa tribu preservaría por lo menos el 85% de toda la variabilidad genética de la especie humana en su totalidad.
La definición de raza biológica (también llamada raza geográfica o subespecie) es una población de individuos variables genéticamente que se cruzan entre sí pero que mantienen constantemente una proporción relativa (o "frecuencia relativa") de ciertas formas específicas de genes (alelos) que es diferente a la de poblaciones de la misma especie que viven en una zona geográfica diferente.
Las poblaciones humanas a veces difieren en la frecuencia relativa de ciertos alelos (de los genes que vienen en múltiples alelos). Por ejemplo, ciertas poblaciones humanas en promedio tienen una frecuencia general mayor o menor de los tipos de sangre A, B, AB o O;
No hay razas biológicas humanas por una sencilla razón: La única especie humana que existe en la actualidad, es el Homo sapiens, que seguramente empezó (igual que todas las especies) como una pequeña población que evolucionó de una especie anterior, probablemente Homo ergaster, la versión africana de Homo erectus, o una especie homínida muy similar; pero también sabemos por el registro fósil que Homo sapiens, tras evolucionar hace unos 200,000 años, comenzó a migrar desde áfrica y se extendió a una gran variedad de hábitats desde hace unos 90,000 años. O sea que en un período relativamente corto se extendió de África a todos los hábitats y zonas climáticas: el Medio Oriente, Europa, Asia, Australia y cruzó del norte de Asia a las Américas hace por lo menos 12,000 años.
La evidencia científica indica que nuestra especie no ha tenido modificaciones biológicas significativas en los últimos 100,000 años. Lo que sí ha cambiado mucho es la cultura humana, nuestra capacidad de desarrollar, transmitir y ampliar el caudal de conocimientos y experiencias transmitidos de generación en generación por medios culturales no genéticos; esto hizo que fuéramos la primera especie del planeta capaz de cambiarse y de cambiar el mundo que la rodea (rápida y dramáticamente) por medios culturales, pasando por encima y superando el mecanismo mucho más lento y limitado de la evolución biológica.

El hecho de que los rasgos biológicos que nos hicieron diferentes -la combinación de marcha bípeda (que nos dejó las manos libres y otras ventajas evolutivas) y el período de desarrollo del cerebro posterior al nacimiento (que permitió una mayor cantidad de aprendizaje, reforzando los vínculos sociales, dando paso a la cultura, el arte y la necesidad de comunicación para transmitir conocimientos, emociones, coordinar acciones, etc.)-, nos dio una capacidad sin precedentes de adaptarnos a cualquier entorno por medio de adaptaciones y modificaciones culturales, en vez del medio más lento y limitado de la evolución biológica; este hecho es mucho más importante que la variación genética de los individuos.
Además, solo en los primeros momentos de la historia de nuestra especie (y solo temporalmente) las poblaciones locales permanecieron aisladas unas de otras por mucho tiempo. Algunas de las pequeñas diferencias del color de piel promedio de poblaciones de distintas regiones pueden deberse a cierto grado de adaptación biológica a las condiciones locales en las primeras épocas de la historia humana. Por ejemplo, en todo el globo las poblaciones modernas cuyos antepasados vivían en zonas tropicales (donde se recibe más radiación ultravioleta de la luz solar) tienden a tener la piel más oscura (más pigmento de melanina) que las poblaciones cuyos antepasados vivían en las zonas templadas más cerca de los polos (que reciben menos luz solar y menos radiación ultravioleta).
Se ha sugerido que eso fue una adaptación de las poblaciones locales a las condiciones del entorno ya que la piel oscura protege de la destrucción del ácido fólico por la radiación ultravioleta ( el ácido fólico es un nutriente importante en los años reproductivos, además previene la anemia y ciertos defectos genéticos como la espina bífida). La piel clara hace más fácil producir vitamina D (importante para el metabolismo del calcio y la formación de un esqueleto fuerte en zonas de insuficiente luz solar). Por lo tanto es posible (aunque no es absolutamente cierto) que las diferencias de color de piel en las distintos grupos humanos, hayan surgido en los comienzos de nuestra historia debido a las ventajas reproductoras de cada color de piel en cada región según la cantidad de luz solar.
En el tiempo relativamente corto desde que apareció el Homo sapiens moderno (hace unos 200,000 años), ninguna población humana ha vivido en completo aislamiento reproductor el tiempo necesario (la gran cantidad de generaciones) para que se acumulen suficientes diferencias genéticas y se formen distintas razas geográficas.
Unas poblaciones tienen una distinta frecuencia relativa de genes que vienen en distintas formas (por ejemplo los genes que codifican el tipo sanguíneo), pero no es posible predecir la "raza" a partir de esas diferencias, "Los kikuyu de África oriental difieren de los japoneses en frecuencia génica, pero también difieren de sus vecinos los masai... las definiciones sociales e históricas que colocan a las dos tribus de África oriental en la misma 'raza' y ponen a los japoneses en otra 'raza' son arbitrarias en un sentido biológico".
Es importante recordar que a lo largo de la historia de nuestra especie, los grupos humanos han inmigrado y emigrado continuamente de distintas zonas, se han reproducido entre sí continuamente, y ha habido una corriente continua de genes entre distintas poblaciones que con el tiempo ha cubierto todo el planeta. Las migraciones, en gran escala y en pequeña escala, han caracterizado la historia de nuestra especie, y continúan, lo que garantiza nuestra unidad biológica y un constante intercambio y enriquecimiento entre culturas.
Como vemos, somos todos biológicamente iguales, las diferencias entre “razas” son solo superficiales, forman parte de la biodiversidad. Las diferencias raciales han sido creadas por el ser humano por diferentes motivos, pero como vemos, estas diferencias no son reales.

La naturaleza nunca juzga ni discrimina.

miércoles, 25 de febrero de 2009

el arte de curar


La Medicina Tradicional China es una de las artes más antiguas de sanación. Es un sistema coherente de salud en el que el ser humano es considerado como parte integrante del universo, por lo tanto en estrecha relación con las energías del cielo y de la tierra, de hecho, es producto de estas fuerzas y está sujeto a las mismas leyes y ciclos que cumple cualquier ser vivo en la naturaleza.
Esta forma de medicina tiene una visión principalmente holística, es decir, asocia las partes, las relaciona, sintetiza, ve la totalidad (en lugar de destacar el fenómeno o el síntoma separado del resto)
Cuando el ser humano se encuentra en armonía con estas fuerzas o energías de origen cósmico, la salud y la felicidad se manifiestan naturalmente. Por el contrario, la enfermedad y el dolor son la consecuencia de un bloqueo, un desequilibrio o una alteración en el libre fluir de esta energía en el organismo, causado seguramente por malos hábitos (físicos y psíquicos), defectos constitucionales, alteraciones emocionales, estrés y cualquier causa que provoque estas alteraciones (incluimos accidentes y enfermedades contagiosas por ejemplo).
Así que desde este punto de vista es imposible considerar solo los síntomas en un determinado cuadro sin considerar la totalidad de la persona, sus características propias, sus hábitos, su entorno, la época del año, etc.

El síntoma aparente o evidente es la cara visible de una desarmonía más profunda presente en alguna parte del organismo y que no es visible ni evidente. Es como la relación entre las hojas del árbol y la raíz. Lo fundamental siempre se encuentra en la profundidad y raramente es visible si no se busca con cuidado y dedicación. En esto la medicina china es muy superior a la medicina moderna (convencional) que considera solo la sintomatología y trata a todos por igual. Se ocupa de las hojas y descuida la raíz (es decir la verdadera causa). No toma en cuenta la capacidad curativa de las células, ni los tiempos naturales para que el cuerpo pueda repararse.
Y hay otra cosa, como se sabe, la mejor manera de prevenir la enfermedad es estar en buena salud, y para eso hay que adoptar hábitos físicos y mentales apropiados: comer alimentos naturales de la forma conveniente, hacer cotidianamente ejercicios adecuados para el cuerpo y la mente, aprender a equilibrarse de acuerdo a las condiciones que se presenten y sentirse siempre alegres y agradecidos. Voilá, la fórmula no es complicada.
Como se ve, para tener una buena salud no hace falta gran cosa, es suficiente con no hacer lo que nos hace mal ni tampoco creerse el mensaje mediático preocupante ni de el de los laboratorios, ni cualquier otro “vendedor de salud” que obviamente persiguen el beneficio monetario.


En la antigüedad, en Oriente, los monjes eran los encargados de mantener la buena salud de los habitantes, quienes retribuían esos servicios a través del trueque. Incluso, en otras épocas, el médico cobraba cuando la gente estaba sana, ya que si enfermaban lo culpaban a él y por supuesto no cobraba. Hoy es otra cosa. Por una parte poco tiempo y dedicación al paciente y por otra, exceso de dudas y tecnología. Hay que tener cuidado, porque con esta perspectiva síntomas que antes no eran graves ahora se convierten en verdaderas enfermedades de peligro (como la gripe). O corres el riego que te operen “por las dudas” (por las dudas de quién?...). Un maestro que conocí decía que hoy en día se desarrollaron enormemente los métodos de diagnóstico, (tomografías, resonancias, estudios costosos y muchas veces difíciles para el paciente) por la incapacidad cada vez más creciente de los médicos para diagnosticar y por la avidez cada vez mayor de las empresas y laboratorios.


El libro más antiguo de Medicina Tradicional China es el HUANGDI NEIJING (Canon de medicina interna), escrito en forma de diálogo entre el Emperador amarillo (Huang Di) y su médico de cabecera. Ahí podemos encontrar entre otras las propiedades curativas de la granada y del ruibarbo. El emperador acostumbraba a darse baños con esas hierbas para sus dolores articulares.

La dietética, junto con la acupuntura, las hierbas medicinales y el masaje forman parte de los pilares terapéuticos fundamentales de la Medicina Tradicional China.

Con la acupuntura y el masaje movilizamos y regulamos la energía; con las hierbas y la dieta preservamos y nutrimos la esencia vital, es decir el normal funcionamiento fisiológico del organismo.
Tenemos dos formas de incorporar energía y nutrientes: comer y respirar. Parece muy simple (de hecho lo es) pero en general no reparamos en la importancia de esto. Mejorando la dieta y haciendo ejercicios respiratorios todos los días es la mejor manera de prevenir enfermedades.Si la nutrición es adecuada, la energía será abundante, los órganos estarán bien nutridos y el espíritu "Shen" florecerá (nuestro sistema nervioso y nuestras emociones estarán en armonía).

La alimentación es pues, esencial para lograr el equilibrio, la armonía y por tanto la salud integral.


La Medicina Tradicional China clasifica a los alimentos según diferentes criterios:
Según la energía intrínseca o naturaleza del alimento:

-Alimentos calientes y templados: tonifican, calientan, ascienden, mueven (por ejemplo: carnes, ajo, alcohol, etc)

-Alimentos neutros: estabilizan, armonizan, centran (por ej.: cereales como el arroz, avena, maíz)
-Alimentos frescos y fríos: refrescan, sedan, astringen, hidratan (frutas y vegetales, agua).


Según su sabor: Cada sabor tiene una característica energética diferente:
-Alimentos ácidos: astringen, contraen la energía hacia adentro.Actúan sobre el Hígado y la Vesícula Biliar (elemento Madera).
-Alimentos amargos: favorecen el drenaje y la evacuación, descienden y secan. Actúan sobre el Corazón y el Intestino Delgado (elemento Fuego).
-Alimentos salados: En cantidad moderada ablandan, lubrifican. Actúan sobre el Riñón y la Vejiga Urinaria (elemento Agua).
-Alimentos dulces: ascienden la energía y lubrifican. Actúan sobre el Bazo, Páncreas y Estómago (elemento Tierra).

Según su color:
[ Alimentos rojos: revitalizan.
[ Alimentos amarillos: estabilizan, equilibran.
[ Alimentos verdes: desintoxican, depuran.
[ Alimentos negros: astringen, tonifican el "Jing" (la esencia vital).
[ Alimentos blancos: purifican.


La medicina moderna se vuelve cada vez más especializada y sofisticada, pero que se sepa, el homo sapiens no ha variado mucho en los últimos 10.000 años (por lo menos en términos de anatomía y fisiología), Tampoco el entorno, luego de la última glaciación el clima y la geografía estuvieron bastante estables. Y aunque cueste creerlo, las enfermedades y problemas emocionales son más o menos los mismos desde entonces, virus más, bacteria menos; excepto el estrés, esto es bastante nuevo, lo “ultimo” en materia de enfermedades.
Este exceso de tecnología esconde tras la apariencia del avance y los nuevos logros, una separación cada vez mayor de las personas y de su entorno, olvidando que somos expresión del medio natural y hemos evolucionado con el mismo a lo largo de millones de años, nuestras células están altamente capacitadas para curarse y adaptarse a los cambios. Nuestras células tienen inteligencia propia, su deseo más básico es vivir y transmitir sus genes y la información contenida en estos a la siguiente generación.

Así funciona, la vida se preserva a si misma y nosotros somos la vida misma. Podría decirse que somos la prueba viviente de ello. Si bien, como seres vivos tenemos diferentes niveles de funcionamiento: a nivel físico, mental o espiritual, estos no son más que la manifestación de nuestro ser esencial y esto es algo fundamental: salud y felicidad, cuerpo y espíritu, son dos aspectos de la misma realidad. Si vemos solo uno de los aspectos, el otro siempre permanecerá oculto.

Dr. Seiki Giacobone