sábado, 14 de marzo de 2009

Los 5 aspectos del espíritu




La naturaleza luminosa del ser, el espíritu, se particulariza en el ser humano en cinco aspectos: Shen, Hun, Po, Yi y Zhi, que arraigan en los cinco órganos y están relacionados con los cinco movimientos o elementos.




aspectos del espíritu


Hun: corresponde al hígado y a la vesícula biliar. Es el elemento Madera

Shen: corresponde al corazón y al intestino delgado. Es el elemento Fuego

Po: corresponde al pulmón y al intestino grueso. Es el elemento Metal

Yi: corresponde al bazo y al estómago. Es el elemento Tierra

Zhi: corresponde al riñón y a la vejiga. Es el elemento Agua


En realidad son distintos aspectos del mismo espíritu. Se separan para su estudio y comprensión y porque cada aspecto tiene características particulares. Como los órganos, son diferentes, pero en realidad forman parte de un solo organismo. Son ese organismo.


Veamos con más detalles cada uno de estos aspectos.



Hun, de naturaleza Yang, se relaciona con el cielo, genera los proyectos y gobierna el inconsciente. Desencadena los impulsos necesarios para emprender una acción. Como la madera que alimenta al fuego. Se halla en relación con el atavismo, la fuerza de la palabra, las pulsiones y las pasiones. Controla la imaginación y desempeña un papel esencial en todo acto de creación. Tiene su residencia en el hígado, por eso cuando este se bloquea o funciona mal se pierde fácilmente la fe y la motivación y se tiende a la rigidez (a nivel tendinoso y también psicológico). EL Hun perturbado produce sueño agitado, pesadillas, proyectos excesivos e incoherentes y problemas de personalidad (algunas neurosis, comportamiento histérico, ciertas formas de esquizofrenia). El sentimiento correspondiente es la ira que, para la medicina china proviene de la frustración, causada por multitud de deseos insatisfechos o por estancamiento y bloqueo en la forma de vida, esto provoca “irritación interna” y enojos permanentes.



El Shen es un concepto que es difícil de definir; podría traducirse como conciencia.
El Shen es la sustancia mental que nos permite diferenciarnos del resto de las cosas pues mantiene relación de contacto con nuestra memoria ancestral (los antepasados), un tipo de memoria colectiva donde se atesoran las experiencias de la especie humana.
Un contacto armónico con esta energía mental nos permite percibirnos tal cual somos, sin necesidad de proyectar máscaras (personalidades) a cada momento para defendernos del medio.
Cuando la mente esta clara aparece el camino que cada persona desea seguir sin que se manifiesten conflictos internos que la hagan dudar. Al no haber dualidad entre su acción y su pensamiento, su chi o energía vital fluye libremente.
La salud de nuestro cuerpo no está separada de nuestra salud psíquica, son independientes y complementarias; cualquier desequilibrio en un plano traerá problemas en el otro. "EL SHEN SE MANIFIESTA EN EL BRILLO DE NUESTROS OJOS ", una mirada apagada denota una debilidad en el Shen. Cuando esta substancia mental no es bien atesorada hay incoherencia, perdida del sueño, de la memoria y de la discriminación.
Cada padre contribuye en la creación del Shen de su hijo aunque el Shen es continuamente alimentado después del nacimiento. El Shen heredado de los padre en el momento de la concepción es llamado "prenatal" y el alimentado después del nacimiento es el "postnatal".
Shen designa toda la actividad anímica del ser.
Shen es la fuerza que nos mantiene vivos. La energía espiritual y psíquica, la parte divina del ser, de naturaleza esencialmente luminosa. No tiene sustancia, pero proporciona expresión y apariencia al cuerpo físico.
Es una energía sutil que dirige las actividades mentales, la captación de las sensaciones y el actividad motora.
Para su función inmaterial depende de una base material. Toma al cuerpo y a la sangre como base material.
Se dice que el Shen reside en el corazón y se puede ver fácilmente en los ojos. Los ojos de quien tiene buen shen centellean y están vivos.

El Shen es el director psíquico de la conciencia, responsable de la coherencia y la inteligencia; es indispensable para el equilibrio de la razón y las emociones. El exceso de alegría (como superficialidad, amor patológico a los placeres) produce excitación en el corazón y lo vuelve frágil, originando un ciclo que va de la excitación a la depresión (bipolaridad), y termina por dañar la conciencia: angustia, depresión, neurosis y un gran desequilibrio en el Shen. La alegría controlada, en cambio, nutre el fuego del corazón, clarificando la mente y armonizando las emociones.


Po, relacionado con la vida vegetativa. Es la parte de la conciencia más corporal, determina las acciones y reacciones del organismo destinadas a escoger, sin que intervenga la mente, lo que es útil para la supervivencia y a rechazar lo que le es perjudicial. Se expresa en los instintos primarios (succión, deglución...), y más particularmente en el instinto de conservación, vinculado al apego inconsciente al cuerpo. Se vincula con los pulmones y el Intestino grueso que tienen las características del metal.
Cuando estos tienen abundante energía, como radiadores la distribuyen a todo el cuerpo, esto, además de los beneficios fisiológicos, aporta un sentimiento de cohesión y de seguridad (lo opuesto de la desintegración).
Los pulmones son la sede del coraje y la rectitud. De la concentración. La melancolía y la tristeza dañan su energía vital, lo mismo que la mezquindad y la falta de ejercicios respiratorios.

Todo está conectado.


Yi es la parte de nuestra mente responsable del registro de las experiencias, de su clasificación, conservación, compilación y reformulación. Directamente unido a la memoria, gestiona la capacidad de integrar y reproducir informaciones. Esta vinculada al Bazo y al Estómago.
Yi es la memoria del pasado. Su emoción es el pensamiento meditativo, la reflexión, que si pierde el control puede convertirse en obsesión y preocupación, produciendo ansiedad, tensión, retorno sobre el pasado y rumiación de las ideas (efecto de “disco rayado).

Zhi corresponde a la voluntad, a la determinación, a la capacidad para realizar una intención. El Zhi se manifiesta como la entidad del deseo de realizar un acto, de emprenderlo, es la energía mental ligada a la fuerza del carácter, a la sabiduría. Reside en los riñones que, a su vez, controlan el Jing (la energía ancestral).
Aporta autoridad y afirmación al yo. Su deficiencia produce miedo o incluso pánico, indecisión y sometimiento; su exceso produce temeridad, autoritarismo, obstinación y obsesión. Cuando es insuficiente uno de sus principales síntomas es la ausencia de deseo de cualquier tipo y la debilidad (psíquica y física).

Cuerpo y mente son de una misma naturaleza: la curación del cuerpo incluye la de la mente y viceversa. La diferencia cuerpo-alma establecida por la filosofía occidental resulta incomprensible para el pensamiento chino. Para la medicina china: “Si no se logra la mejoría espiritual y no se cura el mal mental, es imposible curar la enfermedad”.


Si el cuerpo no está sano, el espíritu queda aprisionado en el dolor y la incapacidad. Es curioso, pero cuanto más sano (o feliz) se está, más fácil uno puede olvidarse de si mismo. Es decir, más fácil puede uno trascender la propia individualidad, los propios límites y contradicciones y ampliar su conciencia. Para recobrar el equilibrio y la condición normal, hay que permitir que la pequeña mente conciente, fragmentada en múltiples mentes (ocupaciones, personas y objetos) aprenda a concentrarse y a funcionar en armonía con los procesos internos, que guardan estrecha relación con el entorno y con los ciclos de la naturaleza.


La respiración es el vehículo que conecta el cuerpo y el espíritu. La respiración integra, cohesiona, nutre y purifica. Nos conecta directamente con nuestra esencia vital. Estamos condicionados a identificarnos con lo que pensamos y con la realidad que proyecta nuestra mente, sin tomar en cuenta que son simplemente una actividad fisiológica entre otras en el organismo. Pura actividad cerebral. Es nuestra forma de adaptarnos y comprender el entorno. Con la mente podemos ir muy lejos, incluso perdernos, perder el rumbo, perder el ritmo, el swing y aparentemente que no pase gran cosa.


Al mismo tiempo y sin cesar nuestras células siguen el ritmo del universo, son en sí mismas una expresión de esta “música” universal. Están programadas para eso. En el momento en que el corazón, o la respiración, o infinidad de procesos químicos, pierden su ritmo, tenemos inconvenientes.

La respiración es la vida misma. No es algo abstracto o virtual como una idea o un reflejo. La respiración permite la materialización de las energías del universo. Alarga la vida y expande la conciencia.

Cuanto mas tomemos contacto con ella, podremos seguir este “Swing cósmico” naturalmente y así tendremos acceso a los niveles mas profundos de nuestro ser, al mundo invisible de las emociones y los pensamientos, y permitirá que se manifieste natural e inconcientemente el verdadero “Yo”, el ser esencial y podamos a partir de esta auténtica naturaleza realizarnos en plenitud como seres humanos.

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