miércoles, 5 de enero de 2011

Sin huellas

En la sociedad moderna resulta difícil poder llegar al fondo de las cosas.

Da la impresión que estamos condicionados para ver solo la superficie o el reflejo de las cosas.

Muchos estímulos y demandas que tiran para un lado y otro, la mente está atareada todo el tiempo y así es casi imposible concentrarse completamente en lo que se hace.

Esto se debe a que antes de actuar uno piensa; y este pensar deja huellas. La actividad se ensombrece con alguna idea preconcebida. El pensar no sólo deja huellas o sombras, sino que también hace que tengamos muchas ideas acerca de otras actividades y cosas.

Estas huellas e ideas tienden a complicar mucho a la mente.

Cuando se hace algo con la mente limpia y clara por completo, no surgen ideas ni sombras y su actividad es sólida y franca. Pero cuando se hace algo con la mente complicada la actividad se torna muy compleja y genera contradicciones.
No se trata de no tener ideas, es obvio que la creatividad es fundamental, pero si las ideas se molestan entre sí o generan una vibración caótica, no se puede hacer ni decir nada claro, visto que no pensamos claro.
Por eso se dice que la concentración y la atención sutil son cualidades de la mente superior.
La concentración es la capacidad de focalizar, de enfocar la mente sin dispersarse ni distraerse, sin tensiones ni bloqueos, no es una actitud rígida si no una expresión de libertad y desapego.
La atención sutil es mas bien como un filtro inconciente, que selecciona los estímulos o la información que es relevante y la que no.

Cuando hacemos algo, debemos consumirnos por completo, como una hoguera bien encendida, sin dejar huellas de nosotros mismos.
Cuando practicamos zazen, la mente está en calma y libre de complicaciones.

La práctica continua de la meditación desarrolla estas capacidades superiores, que en realidad son la condición normal, solo que parecen superiores en relación a la pequeña mente ordinaria, fraccionada y siempre atareada.
En realidad no hay una gran mente separada de la pequeña mente, como si fueran dos cosas diferentes. Todo es parte de una única conciencia, solo que lo que llamamos pequeña mente, corresponde a una actividad mínima y fraccionada de esa gran mente que lo incluye todo.

La mayoría de las personas tienen múltiples ideas y contradicciones en una actividad cualquiera.
A menudo se dice: "cazar dos pájaros de un tiro". Y eso es lo que, por lo general, tratan de hacer muchos. Como se quieren cazar demasiados pájaros, resulta difícil concentrarse en la actividad, y lo más probable es que se acabe por no cazar ni pájaros ni nada.
Algunos están siempre calculando, por inseguridad o por miedo a perder. Ese modo de pensar siempre deja sombras en la actividad de esas personas.

En realidad, la sombra no la constituye el pensar mismo. Desde ya, a menudo es necesario pensar o prepararse antes de actuar, no se trata de ser irracional o irreflexivo.

Pero el pensar correcto no deja nunca sombra alguna. No duda. El pensar que deja huellas proviene de una mente relativa y confusa. La mente relativa es aquella que se establece en relación con otras cosas y de este modo se limita a sí misma. Esta mente pequeña es la que crea ideas de provecho y deja sus huellas.
Cuando uno deja en la actividad huellas del pensar, tiende a apegarse a esas huellas.

Lo que se llama desapego, es simplemente la manifestación del equilibrio energético y químico a nivel celular.

Cuando los hemisferios cerebrales se armonizan la realidad que se percibe es más amplia y normal. A esto se le llama expandir la conciencia, es decir, trascender los límites de la percepción ordinaria y repetida.

La esencia es muy simple.

La dificultad reside en que cada uno funciona con una forma de pensar y percibe la realidad de una forma, generalmente convencional y estereotipada. Y salir de estos límites creados por el pensamiento mismo requiere una cantidad de energía, de la que hay que disponer si uno quiere sinceramente conocerse en profundidad.
Para eso hay que tratar de estar en buena salud y tener un estado de espíritu, una mentalidad, acorde a nuestros propósitos y creencias profundas.

No se puede pensar cualquier cosa. Hay pensamientos que deben ser eliminados, son pura actividad de la mente reactiva.

De acuerdo a la manera en que pensamos creamos distintos tipos de ondas, de vibración, en el cerebro, incluso a nivel del ADN, y esta vibración a su vez generará un tipo de pensamiento y emoción acorde. Una retroalimentación continua.

La mirada del observador define la realidad.

Pero la realidad cambia todo el tiempo. Lo que creemos que es real, los acontecimientos, las cosas, etc., parecen sólidos y reales por que quedamos mirando el mismo fotograma y dejamos de comprender su naturaleza, entonces retenemos la imagen y nos apegamos a ella. Con los films es más fácil. Un film puede absorbernos y transportarnos lejos y generar un montón de sentimientos y pensamientos muy variados, sin embargo, todos sabemos que es una proyección. Es lo que hace el cerebro, es un proyector holográfico, crea hologramas, además de ser receptor, traductor, integrador y programador de capacidad ilimitada.

El mundo que experimentamos con los sentidos no es diferente que un film.
Para encontrar el espíritu que no deja huellas, la única dirección es hacia si mismo. Hay que dar un giro de 180º y cambiar la dirección de la mirada del observador.
El interior es ilimitado, un verdadero agujero negro. Pero hacia fuera, nos topamos con los límites de los órganos de los sentidos y de la percepción. Por eso nuestra esencia, nuestra naturaleza implícita, es ilimitada, igual que la naturaleza del universo, el cual somos.

El pensamiento que surge del fondo del no pensamiento es siempre original, puro y creativo.

Es simple, surge del vacío, del océano de potencialidad infinita. Este tipo de pensamiento no es un eslabón más de una interminable secuencia de pensamientos encadenados.

Es un pensamiento con principio y con fin. Es el pensamiento cósmico, absoluto, se le llama también “el pensamiento de Buda”, y es una expresión de nuestra auténtica naturaleza. Sin prejuicios y sin huellas. El no pensamiento es silencio, es nada, es lo que hace posible que podamos pensar. Sin silencios, no hay sonido, solo ruido.

Ser conciente de la no conciencia, es el equilibrio.
Esto no se puede comprender solo intelectualmente. La experiencia subjetiva es fundamental, por eso la práctica es muy importante.

Cuando la mente se calma y la respiración se vuelve más lenta y profunda, en la concentración de la meditación, es posible experimentar la no conciencia, el estado sin pensamientos; que no significa “dejar la mente en blanco”, ya que esto es todavía un pensamiento.

La no conciencia es el no pensamiento.

Pensamiento y no pensamiento forman una unidad. Si solo no pensamos, es que estamos dormidos, inconcientes o seguramente muertos. Si solo pensamos, es locura, terminamos alienados. Ambos, actividad y no actividad, se deben armonizar, como el sonido y el silencio.

El pensamiento que no deja huellas genera una vibración poderosa y su influencia se siente en todos los confines del universo, instantáneamente, más allá del tiempo y del espacio.

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