martes, 3 de abril de 2012

La conciencia crea la realidad


Bajo condiciones normales, la experiencia consciente ocurre en el nivel fundamental de la geometría del espacio-tiempo dentro del cerebro. En las proteínas que conforman los microtúbulos del esqueleto celular se producen procesos de computación, que están relacionados con la conformación, el movimiento y el plegamiento de las mismas, en particular las tubulinas.
Esta computación difiere de la computación clásica, en la que 1 bit puede ser 0 ó 1. 
Por debajo de la microescala de los átomos, los sistemas y colecciones de partículas pueden existir en una multitud de estados coherentes superpuestos, que además están entrelazados.


La computación cuántica permite una capacidad muchísimo mayor de procesamiento de datos, ya que puede realizar infinidad de operaciones en simultáneo y a muy alta velocidad. 
La computación cuántica se diferencia de la clásica en que utiliza qubits.
El qubit es el análogo cuántico del bit, pero la cantidad de información contenida en un qubit, y, en particular, la forma en que esta información puede ser manipulada, es fundamental y cualitativamente diferente de un bit clásico. 
En la computación cuántica, intervienen las leyes de la mecánica cuántica, y la partícula puede estar en superposición coherente: puede ser 0, 1 y puede ser 0 y 1 a la vez (dos estados ortogonales o perpendiculares de una partícula subatómica). Eso permite que se puedan realizar varias operaciones simultáneas, según el número de qubits. 
Además el cerebro tiene conexiones neuronales en paralelo lo que incrementa aún más su eficacia. Los algoritmos cuánticos que operan sobre estados de superposición realizan simultáneamente las operaciones sobre todas las combinaciones de las entradas. Por ejemplo, dos qubits representan simultáneamente las combinaciones 00, 01, 10 y 11. En este "paralelismo" se cifra la potencia del cómputo cuántico.
red neuronal
La nanotecnología trata de emular este diseño, que es el resultado de millones de años de evolución, y todavía está en "pañales". Pero es evidente que la evolución de las computadoras y la tecnología informática va en esta dirección.
Cuando el metabolismo que mantiene la coherencia cuántica en los microtúbulos se pierde, por ejemplo cuando muere la célula, la información se filtra hacia la geometría del espacio-tiempo en el universo como totalidad. 
Siendo holográfica y entrelazada, no se disipa ni se pierde. Vuelve al universo y es reutilizada. La información contenida en nuestras neuronas no se pierde. Podemos decir entonces que en el nivel fundamental la información tampoco puede ser creada, por eso solo podemos aprender lo que en cierta manera ya sabemos y solo podemos ser lo que ya somos (en esencia). Como la semilla que contiene al árbol y este que a su vez genera la semilla.
Las partículas subatómicas, como vemos, tienen la capacidad de formar estados de entrelazamiento cuántico entre sí, estos estados son tales que un grupo de partículas forma sistemas globales de intercambio de información instantánea, aunque las partículas estén a millones de kilómetros de distancia.

Nuestra conciencia y la memoria son verdaderos sistemas cuánticos, con características holográficas, cada partícula de este sistema contiene la totalidad de la información del mismo, como si en un fotón existiera toda la información de todas las estrellas. 
Una célula madre embrionaria posee la información para hacer un ser humano completo.



células madre embrionarias

La conciencia que habita un cuerpo, al morir este, regresa al estado de entrelazamiento cuántico con todas las partículas del universo: el universo recolecta la información de un individuo como un todo, y se alimenta de esta memoria (experiencias) para construir un nuevo circuito, una nueva individualidad. Literalmente, el universo se nutre de nuestra información, de nuestras experiencias. El universo absorbe nuestra conciencia y nuestra energía. La individualidad solo sirve como vehículo de conocimiento y experiencias, luego es descartada y reciclada.

Toda la información y la energía contenida en nuestras células vuelven a la fuente original para ser reutilizada. Un verdadero reciclado cósmico de energía e información. Nuestros átomos formaran otras moléculas, nuestras experiencias aportan información a la totalidad.
La conciencia individual desaparece, porque para manifestarse depende del cuerpo físico.

El sentimiento de individualidad corresponde con la percepción del mundo material y la información recibida por los 5 sentidos. El cerebro se ocupa de procesar los datos y brindar un sentimiento unificado. 
La unidad de carbono (que habla y se reproduce) se reconoce a si misma. Corresponde a un nivel de conciencia más básico, más físico. Cuando morimos esta conciencia individual desaparece porque no tiene soporte físico para manifestarse. Es absorbida pero su información no se pierde.

Durante la meditación ocurre algo similar. Cuando se trasciende el cuerpo y la mente, mediante la concentración y la observación ecuánime, el “yo consciente” se desactiva, no se manifiesta. Sin la información del exterior y sin el discurso interior, no puede manifestarse, está por debajo del umbral de la experiencia consciente.

Es lo que se conoce por “abandonar el ego”. Pero las palabras pueden engañarnos. En realidad no hay nada que abandonar. Cuando se trasciende el cuerpo físico, desaparece el ego. Lo que llamamos "yo", no tiene existencia propia ni sustancia.
Lo que queda es la conciencia profunda, que no depende del cuerpo físico porque es universal, de hecho está creando constantemente al nivel físico y a la experiencia consciente.

En el estado de concentración de zazen, podemos ser conscientes del no consciente. Se puede observar el espacio entre dos pensamientos sin que ello desencadene un flujo o secuencia de ideas. Es lo que se llama pensar sin pensar. 
No se trata de las ondas de alta frecuencia que oscilan por toda la corteza cerebral y otras estructuras, como el tálamo, creando la experiencia consciente. 
La actividad cerebral durante la relajación profunda o la meditación corresponde a ondas de mayor longitud, más lentas, gestionadas por el cerebro medio y profundo. Mientras se mantienen ahí, no se crea una corriente de pensamientos, ya que no se activa el neocórtex, que es el gran secuenciador.






Se ajusta el cuerpo, la respiración y la conciencia en la postura correcta y de manera natural, en el silencio y la inmovilidad, la conciencia cambia de dimensión. Percibe otra realidad, otra información. Transforma incluso la geometría del espacio-tiempo. Se expande y afecta indefectiblemente a la materia.

A nivel cuántico la pérdida de la coherencia y de los estados en superposición, depende de lo que el observador eligió observar, la observación modela la realidad. 
Pero también la conciencia es capaz de autocolapsar, es decir que puede generar eventos conscientes espontáneos, sin la intervención del observador. 


Por este motivo no se puede dejar de pensar, porque es la pura actividad de la conciencia, relacionada con el metabolismo cerebral y los movimientos de partículas en las neuronas. 
En realidad no es que hay que dejar de pensar, hay que aprender a pensar, y esto incluye el no pensar, el silencio, la calma que brinda orden y coherencia. Luego, la actividad mental se vuelve armoniosa y eficaz


La conciencia puede ser consciente de si misma, pero para serlo se sirve de sus creaciones. Eso es lo que representan la manifestación consciente y el nivel físico, son parte del movimiento natural de la conciencia: forma y vacío, aparición y desaparición, consciente y no consciente, materia y energía, son todos aspectos de la dinámica del universo.  
La reducción que permite traspasar el umbral entre el nivel no consciente y el consciente depende en gran medida de la información contenida en el subconsciente (conciencia alaya) y en la memoria. 
La información afecta a la gravedad a nivel cuántico, esto decide por un único estado posible y genera una partícula de experiencia, una unidad de conocimiento con su propia realidad y geometría del espacio-tiempo.

La conciencia se crea a si misma
La conciencia posee diferentes niveles de manifestación que están determinados por la energía y la información. 
La conciencia mueve la energía, que se condensa en materia. 
Materia y energía son equivalentes (E=mc²) y ambas responden a los movimientos de la conciencia, que es información. El aumento de información afecta a la gravedad en los niveles fundamentales. La gravedad atrae a la materia que modela la trama del espacio-tiempo. 
Cada pensamiento, por vano que sea, representa bits de información. Si pensamos demasiado en algo, estos bits se acumulan generando una densidad de información que afecta a la materia. En el nivel celular se traduce en nuevas redes neuronales que procesarán más eficientemente esta información, en un verdadero circuito de realimentación (feedback). Por eso, un tipo de pensamiento positivo y amplio genera una realidad acorde. 


Lo que pensamos modela la trama del espacio-tiempo, envía señales que perturban el campo, el cual reacciona y envía una respuesta que nos modifica. 
Así que cuando somos conscientes de esta relación de interdependencia, es posible considerar al espacio consciente y a todo lo que percibimos como nosotros mismos.




El  maestro zen Dogen escribió en el siglo 13: “Nuestro mundo está definido por las diez direcciones. Cada dirección contiene totalmente la existencia básica de todas las demás direcciones. Esto es, todo punto en  el espacio y tiempo, de frente o por detrás, vertical u horizontal, contiene en sí mismo todos los elementos de la existencia.  Este hecho es fundamental para comprender con la totalidad del ser:  shinjitsunintai (la comprensión intelectual aprendiendo a través de la mente, unida a la práctica a través del cuerpo)
Las diez direcciones están contenidas en esta forma de comprensión. Tal vez sea ésta, la primera vez que oyes esta explicación. Ten en mente que cada dirección y cada región pueden ser aprehendidas juntas en una experiencia. Tienen la misma identidad y existen juntas en la unidad del cuerpo y de la mente.
Este cuerpo verdadero está compuesto por los cuatro elementos, tierra, agua, fuego y aire, y  por los cinco agregados de la conciencia (skandhas). Para personas comunes, este mundo de experiencia es muy difícil de analizar y la visión clara es difícil de obtener, pero un sabio está siempre consciente de la verdadera naturaleza del mundo. 
En efecto,  él ve el mundo entero en una pequeña partícula de polvo”.


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