martes, 30 de julio de 2013

El movimiento de la vida


Al principio hay nada, vacuidad, no manifestación, no forma, no movimiento.
La conciencia infinita de la cual surgen todas las formas está quieta, en equilibrio.



El deseo del espíritu de manifestar una idea o una forma inicia el movimiento, esta acción genera una oscilación que provoca una separación de cargas, opuestas pero complementarias, que expresan todos los aspectos y niveles de su infinita imaginación.
Las partículas que se crean están cargadas y se mueven en busca del equilibrio generando electricidad, la cual perturba el espacio creando campos electromagnéticos.




Microfotografía de la división celular. Nótese los polos (núcleos) que se separan y las líneas de fuerza del campo electromagnético
Dos polos de signo contrario que representan la naturaleza dual del universo, expresando el deseo de manifestar forma, separación y experiencia por un lado y por el otro, no forma (vacuidad), unidad y quietud.
Del equilibrio al desequilibrio y vuelta al equilibrio, para volver a desequilibrarse, en un ciclo continuo e infinito. Reposo y movimiento.
Este flujo de cargas lleva energía e información hacia todos lados, en forma radial, alternando rítmicamente las direcciones. Esta dinámica genera el cambio cíclico de las polaridades produciendo la aparición y desaparición de todos los seres y cosas, es el ciclo de la vida.
A veces predomina una tendencia y a veces otra.

Es el latido y la respiración del universo. Expansión y contracción. Sístole y diástole. Inspiración y exhalación
Representa el deseo supremo de dar forma y experimentar y el de reposar retornando a la no forma y a la quietud replegándose, para volver a aparecer desplegándose otra vez.
Una fuerza que expande en forma radial: la radiación, y otra fuerza que contrae hacia su centro: la gravedad.


Radiación y gravedad

La radiación desintegra, la gravedad integra
Dos fuerzas opuestas que se complementan, esta es la esencia del universo.
La radiación tiende a desintegrar la forma disolviéndola en el espacio, nutriéndolo con información y energía. Produce desorden
La gravedad tiende a la generación, atrae a la masa, forma materia y dirige su movimiento curvando el espacio-tiempo. Mantiene la forma y genera orden tomando información y energía del espacio.



El movimiento que nace y muere en un punto de quietud se mueve en forma de espiral
Una espiral es una línea curva generada por un punto que se va alejando progresivamente del centro a la vez que gira alrededor de él.





Cada punto del universo es un centro gravitatorio de potencial en constante cambio (extraído de "The secret of light" de Walter Russell)
La radiación es una espiral centrífuga de carga negativa. La gravedad es una espiral centrípeta de carga positiva. 
Esta es la manera en que el universo expresa su naturaleza: desplegando y replegando. Aparición y desaparición para reaparecer con una nueva forma.
La forma que se disuelve en el espacio lo nutre de información y energía, que luego retornará a la forma materializándose nuevamente, ya que la información y la energía no se pierden, simplemente se transforman.
Nuestro cuerpo físico es una cristalización transitoria de energía e información cósmica reciclada. Las experiencias y la memoria de nuestra vida no se pierden, sino que serán convenientemente reutilizadas.

Las dos condiciones opuestas y complementarias nacen una de otra y se convierten en la otra como consecuencia de esta mutua transformación.
De la misma forma nacen todos los opuestos en la naturaleza.


Esfera y cubo

La esfera y el cubo son dos formas opuestas de las cuales surgen las formas de todas las cosas. Se puede decir que son las formas esenciales, la madre y el padre de todas las formas.
La esfera y el cubo manifiestan el principio cósmico del equilibrio.


La esfera integra aquellas formas diferentes entre sí para interconectarlas en la unidad. El centro verdadero del círculo o la esfera es un punto, pero el punto carece de dimensión y  por lo tanto escapa a nuestra percepción y capacidad de manifestación. No pertenece a nuestro mundo, porque en nuestro mundo todo tiene extensión, dimensión, ya que el mundo físico es forma, pero el punto pertenece a otra escala del ser. Existe más allá de la realidad física, es literalmente metafísico.
El punto simboliza la unidad, la totalidad, la perfección. El punto lo contiene todo, sólo que en potencia, no manifestado. De él nacen el cubo y la esfera, que son las formas en las cuales se revela el punto. Lo que en el punto es todavía potencialidad (sin dimensiones) toma forma a través del cubo y de la esfera.

Esta geometría expresa la esencia misma del universo, por eso se le llama geometría sagrada.

Un universo vivo y consciente, que piensa y respira, hecho de luz, de naturaleza eléctrica (y por lo tanto dual) y que se transforma todo el tiempo, siguiendo patrones geométricos.

La conciencia extiende su energía e información en forma radial, desde un punto de quietud omnipresente a otros puntos siguiendo el deseo de dar forma a su imaginación.

El deseo siempre es lo primero, es lo que pone en marcha al espíritu.
El espíritu dirige a la energía y esta se condensa en materia. Nuestro mundo físico es una creación del espíritu. A su vez el mundo físico tridimensional le sirve de contención y de límite al espíritu, es su vehículo.

Las ondas esféricas de luz se proyectan en las 3 dimensiones del cubo en una infinitud de frecuencias y colores creando todas las formas y la ilusión de la realidad física.


cubo de metatron
El cubo de Metatron, que deriva de la flor de la vida, es la plantilla para la construcción de los cinco Sólidos Platónicos: tetraedro, octaedro, cubo (hexaedro), icosaedro y dodecaedro.



La historia de los sólidos platónicos se remonta a Platón y Pitágoras. Estos pensaban que estas formas geométricas tenían propiedades mágicas y eran el molde sobre el cual estaba formado todo el universo. 
Los 4 elementos (que de acuerdo a los antiguos griegos formaban todas las cosas, como ahora los elementos químicos) eran atribuidos a cada figura: el tetraedro simbolizaba el fuego, el cubo la tierra, el octaedro el aire y el icosaedro el agua. El dodecaedro era el más especial de todos, puesto que se pensaba que era el éter (chi, prana) y la clave de descifrar los secretos del cosmos.

Aclarando que esta es solo una descripción, la esencia es unidad, conciencia infinita y por lo tanto indescriptible.

Cada cosa creada manifiesta de acuerdo a su lugar en la evolución, una parte o un nivel de esta conciencia. En realidad se trata de planos y frecuencias, desde los planos más físicos, densos y de baja vibración hasta los más espirituales y sutiles que vibran a altísima frecuencia.

El movimiento de la conciencia nace en un punto de quietud y finaliza en otro punto de quietud, siempre buscando el equilibrio.
La conciencia se mueve de a saltos.
Este movimiento es como la imaginación del Creador extendiéndose desde un punto de reposo a otro para crear su universo físico tridimensional de largo, ancho y espesor. Así se crea el espacio, o el escenario de la vida, donde surgen la materia, el tiempo, el cambio y el movimiento.

Los límites de tu universo

La multiplicación y la división aparente del espacio en presiones o cargas eléctricas opuestas, crean la fuerza de gravedad y la radiación, que conforman la verdadera dinámica de este universo cambiante.
La información se irradia en forma de esfera y viaja como una onda extendiéndose en espiral. Opuestamente, se materializa en forma de cubo, de ahí las tres dimensiones de nuestro mundo físico. La cuarta dimensión es el tiempo, que marca la duración y la continuidad de un evento consciente a otro.

El tiempo es la medida del movimiento dentro de los límites del cubo.


Nuestros sentidos están diseñados para manejarse dentro del cubo (de ahí la realidad tridimensional de nuestra vida diaria) y para captar la presión y el movimiento, la forma, los colores y una multitud de estímulos externos e internos. En otras palabras, captan el desequilibrio.
Para poder percibir la otra parte del ciclo, que es la parte más profunda, la que no se “ve”, la raíz de las cosas; hay que trascender los sentidos y la mente ordinaria. De esta manera se puede ir más allá de los límites del cubo (de nuestra realidad material habitual) y expandir las dimensiones de tu conciencia.

La forma del mundo que percibes es la forma de tu conciencia. El tiempo como lo percibes es el movimiento de tu conciencia. El tamaño y las dimensiones de tu universo son las de tu conciencia.
Tu conciencia le da forma a la realidad.
Puedes vivir en una realidad 2D, plana, chata, estrecha, rutinaria, black & white; o puedes proyectar una realidad multidimensional, abierta, llena de posibilidades, de colores y de tonalidades, creativa, expansiva y amorosa.

Los límites de tu universo pueden ser un cuadrado 2D, que es como vivir en “chatolandia”, donde ni siquiera imaginas que hay otra dimensión y mucho menos “otras dimensiones”.


O puedes vivir en un espacio multidimensional, con mayor cantidad de información y energía, como un hipercubo, donde en realidad te expandís hacia “adentro”, creando múltiples divisiones, es decir, el espacio se divide pero hacia el interior de tu ser no hacia fuera.


Las dimensiones superiores están plegadas y por eso no las percibimos con nuestros sensores 3D.
En nuestro mundo físico no podemos ver un hipercubo porque no podemos percibir más allá de las tres dimensiones, así que solo vemos la proyección de lo que seria un hipercubo. Se parece a dos cubos anidados, con todos los vértices conectados por líneas, la diferencia es que en el hipercubo real de cuatro dimensiones todas las líneas tendrían la misma longitud y todos los ángulos serían ángulos rectos.


Este aumento de “vida interior” o interioridad amplifica las dimensiones del ser, concentra energía redirigiendo el flujo de cargas, generando así un aumento de la masa y un incremento en la fuerza de gravedad, curvando el espacio tiempo, dirigiendo a la materia, generando en el sistema interno coherencia y orden molecular, modelando el cuerpo físico, optimizando su funcionamiento y dándole forma a la realidad multidimensional.

La intensidad de tu brillo es proporcional a la profundidad de tu ser.

La coherencia permite que el cerebro procese, de manera unificada y eficaz, mayor cantidad de información modificando, en virtud de la plasticidad neuronal, incluso el sistema físico (hardware). Esto evidentemente aumenta las posibilidades y mejora la adaptación, el aprendizaje y la calidad de vida.

Una realidad luminosa

El universo es luz. Esta luz manifiesta el amor incondicional del Creador, es evidente. Es su don.
El universo está fundado en el amor y creado con luz.


Cada momento consciente es como una imagen o un fotograma, el cerebro los une hábilmente y crea la ilusión de continuidad y de un tiempo que transcurre en forma lineal, como un film o mejor dicho, como un holograma, hecho de luz, con su propia geometría espaciotemporal virtual.


Lo que llamamos “realidad” es en realidad virtual, es una ilusión. Podemos decir que es el resultado de la proyección de la luz en diferentes frecuencias y su reflejo dentro de los límites del cubo creando la realidad física tridimensional. Nuestros sentidos están ajustados para que podamos funcionar en el plano físico 3D, que es el plano de la experiencia, donde transcurre el sueño de nuestra vida cotidiana.

Que percibamos algo como “sólido” no significa que sea real, se trata simplemente de una cristalización o condensación transitoria de energía, sujeta además a la interrelación con su entorno. El agua puede ser un gas como el vapor, líquido, o sólido como el hielo. Puede ser visible e invisible. Evaporarse y desaparecer para luego condensarse y reaparecer. Su estado cambia, su esencia no.

La verdadera identidad no depende de la forma.

Lo verdaderamente “real” no nace ni muere, es eterno e infinito. No depende del tiempo ni del espacio, de hecho, los crea.
La conciencia es lo único real y no sus proyecciones.
Nuestra parte real es nuestra parte divina, nuestra esencia cósmica infinita, pero no la vemos porque no está polarizada, no se mueve y esta en todas partes o en ninguna.

El pensamiento consciente y todo lo que percibimos con los sentidos son solamente la actividad de la conciencia, emergen como el resultado de una causa, un estímulo, no tienen existencia propia porque son el efecto de causas entrelazadas y además su existencia es transitoria ya que representan solo una parte del ciclo, luego desaparecen.

En este universo de fuerzas opuestas que se complementan, todas las creaciones contienen este mismo principio dual.
Todos los fenómenos tienen su contra parte.
Forma y no forma. Materia y energía. Cuerpo y mente. La física comprueba la dualidad onda-partícula, la información viaja como onda y se materializa como partícula, en una realidad particular y determinada.


Ondas de posibilidades y partículas de experiencia, que dependen de la mirada del observador para tomar uno u otro camino. Existencia y no existencia no están separadas, forman una unidad.
Una contiene a la otra.

Lo que consideramos vida es solo el movimiento de la vida, omitimos la otra mitad del ciclo de la vida que es la muerte, en realidad, la desaparición o la no existencia.
Desde el punto de vista del universo, no existe la muerte ni el nacimiento, solo la transformación. Todo es vida.
Todo es conciencia.
Es un universo creado con el deseo y la imaginación.
Somos creadores porque somos conciencia.
La realidad física es nuestro sueño y nosotros somos el sueño de un ser superior.


El movimiento de la vida es el sueño del Creador.



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