sábado, 28 de septiembre de 2013

¿Para que usas tu cuerpo?


El cuerpo humano es el resultado de millones de años de evolución, algunas mutaciones exitosas y el soplo divino que le otorga conciencia y un grado superior de inteligencia.


Nuestro cuerpo tiene un diseño muy complejo y una configuración muy práctica.
Aunque lo percibimos sólido, pesado y opaco y podemos describirlo en términos físicos como una unidad eléctrica de carbono y agua, programable y con conciencia de si misma, en realidad se trata de ondas de energía compactada vibrando a gran velocidad y manteniéndose juntas por efecto de la gravedad. Esto es lo más material que podemos encontrar en nuestro cuerpo: energía e información.

De todo modos ¿Para que utilizamos este cuerpo tan práctico hecho de la misma sustancia que el cielo y la tierra? Generalmente para satisfacer nuestros innumerables deseos y obligaciones, convirtiéndolo en esclavo de ilusiones y malos hábitos.

La verdadera inteligencia significa usar el cuerpo de una forma que no le conviene a nuestras ilusiones.
Esto quiere decir poner el cuerpo y la mente en orden, en resonancia. Es un principio básico de la armonía. Todas nuestras células siguen naturalmente el orden cósmico. Laten y respiran con el universo. Son la vibración del universo.

Es cuestión de madurar y aceptar tu verdadera naturaleza y abandonar las viejas creencias.
La tarea más importante es desarrollar y proteger la perla brillante que yace en tu interior y que es tu esencia, que está entrelazada con todo el universo y representa tu lado eterno e infinito.
Pero nadie lo puede hacer en tu lugar.

Ser alguien "espiritual" no es solo un concepto ni un cliché. Se trata de clarificar y volverse transparente: ¿Cómo me trato a mi mismo? ¿Cómo trato a los demás? ¿Que dirección toma mi vida? ¿Que tan atado estoy a mi realidad cotidiana? ¿A mis miedos y deseos?

No hay que dejarse engañar, y menos por uno mismo.

Es una cuestión de autoconfianza y fe en el espíritu.
La confianza en si mismo genera inevitablemente fe en el espíritu y viceversa.

Este tipo de confianza no depende de nada exterior, tampoco es una fe "ciega".

Todo lo que percibimos es un espejismo, es movimiento buscando su balance. Reflejos y sombras.
Pero lo real no mueve, permanece en equilibrio, en el centro, en nuestro interior. Es nuestro verdadero ser. Es la conciencia infinita que impregna a todos los seres y cosas. El punto cero de donde surge toda creación.

zazen
Hablamos de fe, pero se trata también de aceptar. Aceptar tu naturaleza cósmica. Aceptar que tu mente es la mente de Dios. Aceptar que este cuerpo eléctrico que posees no te pertenece.

Todas las religiones hablan de fe e imponen sus dogmas (a veces muy violentamente y otras tratando a sus fieles como "corderos"). Ese tipo de fe no es más que ignorancia y superstición.

La verdadera comprensión ilumina la ignorancia y acaba con las supersticiones.

"No hay nada más divertido que ver a los que "consumen" espiritualidad, buscando inspiración o algo que de sentido a sus vidas. Todo para ellos es "inspirador", incluso si esto sólo vale tanto como mierda de paloma". Maestro Sawaki

Esta forma de “inspiración” es errónea ya que se trata únicamente de inspiración personal, con fines egoístas o mezquinos. No llega lejos.

Muchos buscan espiritualidad porque esperan obtener algo de "todo eso", pero sin involucrarse demasiado, ya que están condicionados para ver solo la superficie de las cosas y a gastar sus energías en consumir y en trabajar para pagar ese consumo.

Cualquier enseñanza tradicional que leas, siempre va a tratar acerca de dedicar tu cuerpo y tu vida al camino del conocimiento.
Curiosamente, no es algo personal.
A medida que aumentas el conocimiento de ti mismo, que es un movimiento centrípeto de carga, que en forma de espiral se comprime hacía el interior, ordenando y potenciando tu sistema, los limites de tu ser se expanden. Este es un movimiento centrífugo, hacia el exterior, que hace que te fundas con el espacio llenándolo de información y que tu nivel de conciencia se incremente.
Este movimiento conduce a lo que se llama: "olvidarse de si mismo".


Es evidente, cuando estás en buena salud y felicidad no te acuerdas de tu cuerpo. Eso es por que tu sistema está en equilibrio con el entorno. Pero luego cualquier deseo generará movimiento y desequilibrio nuevamente. El asunto es cuando permanecemos siempre en esta última condición, como es el caso usual en la vida moderna. Únicamente deseos, urgencias y movimiento

Hay otros que creen ser espirituales porque le rezan a algún dios o hacen ceremonias folclóricas, vacías  y sin sentido. Solo lo hacen buscando salud, negocios, fama y reconocimiento  o para sentirse parte de algún grupo o movida espiritual.
Este tipo de acciones muestran el nivel de confusión y egoísmo y no sirven para nada, excepto para acumular ilusiones (y decepciones) y más confusión.

De todas maneras, siempre nos resulta más fácil ver los defectos en los otros que en uno mismo, y esto es porque olvidamos que lo que vemos es una imagen reflejada, como un espejo, y en realidad lo que te molesta de los demás es tu propia imagen, son tus propios defectos proyectados.

Pero si inviertes tu percepción, es decir, si cambias la polaridad del movimiento, podrás sentirte positivo y proyectar esta imagen, entonces comenzarás a aceptar y a tolerar a los demás, sabiendo que lo que ves en los otros es tu propio espíritu reflejado. Así verás el lado genial de los otros...y el tuyo también!
Es una forma de percepción que genera luz y llena de energía consciente el espacio que te rodea.
Este aumento de cargas positivas influye a todos los seres y cosas que te rodean, aunque en realidad va más allá del tiempo y del espacio.

La única ley en el universo es dar

La naturaleza da todo el tiempo, sin esfuerzo, sin pedir ni esperar nada a cambio. Sin calcular ni negociar. Nada personal. Es su job.

Por el contrario, nosotros calculamos, y no solo en asuntos de dinero. En todo lo que hacemos tratamos de negociar, buscando siempre un beneficio personal. La razón es el miedo y la avidez y por que no hemos descartado viejas creencias y apegos. Continuamos atados a personas, a objetos, a puntos de vista, a verdades, a mentiras, también están los hábitos y adicciones, etc.

Todo el mundo quiere ganar. Nos enseñan que perder es algo malo y entonces vamos así por la vida, siempre tratando de obtener beneficios personales y de acumular cosas. Corriendo detrás de la felicidad y huyendo del sufrimiento.

La mejor forma de abandonar el cuerpo y la mente es ponerlos en unidad, fundirlos en uno, entonces desaparecen.
La práctica de la meditación es la clave.

Lo cierto es que solo cuando el cuerpo y la mente fueron descartados, estos negocios ya no cuentan más.
Descartar el cuerpo y la mente es la clave, es el punto cero, es inconmensurable e ilimitado.
Renunciar a si mismo es el don más grande.
Es el paso a una dimensión superior del ser, más luminosa y compasiva, más inteligente y amplia.
Más universal.


Si abres las manos puedes poseerlo todo. Si las cierras, solo te quedas con poco. Eso dicen los maestros. Pero la ciencia igualmente comprueba que de acuerdo al mensaje que envíes al medio será la reacción que recibas. No hay separación.


Por eso perdonar es un acto de inteligencia. Al expandir tu corazón cancelas cualquier ofensa y disuelves cualquier coraza.
Si abandonas lo que más temes perder, ¿Que importancia tiene ganar?

Se habla siempre de hacer el bien, nos enseñan de pequeños que debemos hacer el bien y evitar el mal, "si haces el bien no puede ser malo"! y viceversa, pero ¿Que significa hacer el bien?¿Tienes claro realmente lo que es bueno y lo que es malo?

Bueno y malo van de la mano, y aunque tiren en direcciones opuestas, ambos se cancelan en el equilibrio.



martes, 3 de septiembre de 2013

Los alimentos y la energía vital


Cada alimento posee propiedades energéticas relacionadas con su naturaleza vibratoria y con la resonancia con los distintos órganos y funciones del organismo y a su vez con el entorno. De acuerdo a su sabor, su textura, su naturaleza animal, vegetal o mineral. su composición química, etc.

YIN - YANG

La teoría del yin y yang surge a partir de la observación de la naturaleza y del ser humano y describe el hecho de que todos los fenómenos naturales tienen su propio opuesto que lo complementa. Así pues, el yin se relaciona con la oscuridad, el frío, la noche, lo interior, lo que desciende y lo femenino, centrífugo y expansivo, es el principio negativo.

Mientras que el yang se vincula con la luz, el calor, el día, lo exterior, lo que asciende y lo masculino, centrípeto y contractivo, es el principio positivo.

Aclarando que yin y yang son nombres que sirven para describir ambas polaridades, podríamos decir simplemente negativo y positivo.

Todos los fenómenos poseen aspectos yin y aspectos yang en diferente grado y esto es evidente ya que la naturaleza misma de la creación es bipolar.

El yin y el yang se complementan de forma natural, dependen uno del otro y se controlan mutuamente. Cada uno se vacía en el otro cíclicamente. También se transforman entre si: en el cuerpo, un exceso de energía yin puede convertirse en yang y viceversa, por ejemplo, una invasión de frío (yin), que generalmente se asocia con humedad, provoca fiebre (calor) y dolor, que son manifestaciones yang. Una insolación o un ACV, que son un ejemplo de exceso extremo de yang, pueden provocar obnubilación, pérdida de la conciencia y coma, que corresponden a manifestaciones de tipo yin.

Cualquier desequilibrio entre el yin y el yang dentro del cuerpo, que no es convenientemente balanceado, provoca trastornos y enfermedades en los niveles físico, emocional y mental.

Las causas del desequilibrio pueden ser internas, debidas fundamentalmente a emociones, malos hábitos, baja energía defensiva, defectos congénitos, etc. Externas, como una invasión de frío, humedad, calor, infecciones, intoxicaciones, traumatismos, exceso de trabajo, stress, etc., o la combinación de ambas predominando una u otra, por ejemplo, si estamos tristes, preocupados o con miedo, enfermamos y nos lastimamos con más facilidad.

Pero también una mala alimentación es uno de los factores que puede provocar este desequilibrio.

Todos los alimentos tienen una determinada cualidad energética, la mayoría presentan una combinación en diferente grado, pero algunos pertenecen de modo predominante a una u otra categoría.

Los alimentos de naturaleza yin son fríos, húmedos, suaves y predominan en las estaciones cálidas y templadas. Son yin los alimentos acuáticos, como el pescado y las algas, los que crecen en la oscuridad o bajo tierra, como los champiñones, las raíces y los tubérculos, cereales como avena, cebada y maíz, hortalizas y verduras en general, tomate, lechuga, pepino, tofú, y frutas como banana, pera, sandía, melón, uva, limón, pomelo.

Los alimentos básicamente yang son cálidos, secos, duros y por regla general predominan en los climas frios y templados. Suelen crecer en el campo, sobre el suelo y en lugares luminosos. Son yang las carnes, algunos mariscos como los mejillones y las gambas, ajo, canela, clavo, ginseng, comino, pimientos, algunas frutas son de naturaleza más yang: damascos, cerezas, castañas, frutillas, manzana roja y duraznos.

Estas categorías son relativas, no representan un valor absoluto, se trata de una cosa en relación con la otra. Un alimento es más yin que otro, o más yang, o menos yin, etc, pero nada es absoluto en si mismo, por ej.: el durazno es más yang que el melón pero más yin (menos yang) que el pollo. El cordero y el pescado son carnes pero el cordero es mucho mas caliente, así que el cordero es más yang que el pescado.




Las cuatro energías

El concepto de las cuatro energías puede considerarse como una extensión del yin y el yang. Las cuatro energías son caliente, templado, fresco y frío, e indican el efecto energético que ejerce un determinado alimento sobre el organismo, no su temperatura.

Los alimentos calientes y templados, tales como carnes, pimientos verdes y rojo (ají, morrón), jengibre, puerro y algunos cereales (trigo sarraceno), se consideran yang y se emplean para tratar dolencias de tipo yin, relacionadas con una insuficiencia o con el frío, por ejemplo: enfriamiento, debilidad, convalecencia, anemia, diarrea o reumatismo articular crónico.

Los alimentos frescos y fríos, como las verduras y frutas, los lácteos y la miel, son de naturaleza yin y se emplean para tratar trastornos debido a un exceso de yang vinculados con el calor, sequedad, inflamación o una hiperfunción, por ejemplo: insolación, deshidratación, fiebre, constipación, alergias, hipertensión arterial.

Algunos alimentos como el arroz y la pasta son neutros porque en ellos no predominan ni el frío ni el calor, por lo que pueden ser alimentos básicos para la alimentación diaria.


Los cinco sabores

La teoría de los cinco elementos se basa en el principio de que todos los fenómenos del universo son el resultado del movimiento y mutación de cinco elementos: madera, fuego, tierra, metal y agua. También se las llama las cinco fases. La salud y la felicidad son el resultado del equilibrio en el cuerpo de estas tendencias. Para eso, estos elementos (o más bien energías) deben estar en armonía.

Los alimentos y las plantas se emplean para reequilibrar estas energías dentro del cuerpo.


Los cinco sabores son: acre-picante, agrio-ácido, amargo, dulce y salado. Sí el sabor no es evidente, se habla de suave o insípido.

El término “sabor” hace referencia a la naturaleza curativa de un alimento o planta y no necesariamente a su sabor tal y como se entiende habitualmente.

Los antiguos médicos descubrieron los efectos terapéuticos de cada una de las propiedades.

El picante (acre) dispersa y estimula la circulación de chi y vigoriza la sangre. Entre los alimentos picantes encontramos: ajo, ají, cebolla, pimienta y jengibre.

El limón, la manzana, el kiwi y el vinagre se consideran agrios. Las sustancias ácidas o agrias absorben, controlan y son astringentes. Tienen afinidad por el hígado y la vesícula biliar.

El sabor amargo reduce y seca. Favorece la secreción y evacuación biliar (efecto colerético y colagogo). Son amargos: el café, té y mate, las almendras y plantas como el diente de león, marrubio y bardana.

El sabor dulce se refiere al dulce natural de las frutas, la miel, los cereales y algunos vegetales, y no al endulzado “artificial”, al azúcar refinado o a los edulcorantes.

Son dulces, los dátiles, batatas y calabacines, frutas, la miel y los cereales (arroz, maíz, cebada). Los alimentos dulces tonifican, armonizan y regulan.

Las sustancias saladas son hidrófilas (atracción por el agua) y por lo tanto se relacionan con los riñones. Ablandan la dureza, eliminan las callosidades y los nódulos y purgan los intestinos. Son salados: el cerdo, el jamón, las algas, el pescado y los mejillones.

Las sustancias insípidas o de sabor suave transforman la humedad y favorecen la micción.

Cada sabor se asocia con una tendencia energética: los alimentos agrios y salados son de naturaleza yin, porque retraen y descienden la energía, mientras que los picantes, amargos y dulces son yang ya que dispersan (movilizan), secan y tonifican.

Cada sabor se asocia con un movimiento específico del chi y resuena con un órgano vital, de forma que los alimentos con un sabor determinado se emplean para tratar disfunciones sufridas por el órgano correspondiente.

Los alimentos dulces se asocian con el bazo-estómago, y por lo tanto pueden utilizarse para tratar problemas como gastritis, diarrea y desnutrición.

Los alimentos amargos secan el exceso de humedad en el cuerpo (reumatismo, sobrepeso, edemas, nauseas) como por ej: achicoria, cardo, repollo, coliflor, alcachofa, hierbas depurativas (diente de león, bardana, aloé, etc.) o bebidas amargas (aperitivos, café, mate). El amargo es el sabor relacionado con el elemento fuego y con el corazón-intestino delgado.

Los picantes tonifican al pulmón y por lo tanto la energía y la sangre, por esto se recomiendan en casos de debilidad general y respiratoria, anemias, etc., y se restringe cuando hay síntomas de exceso o plenitud: alergias, fiebre, calor en la sangre, forúnculos.

El sabor picante generalmente se debe a los aceites esenciales ricos en propiedades antioxidantes. Su capacidad de neutralizar los radicales libres causantes del deterioro puede explicar la razón por la cual suelen utilizarse para preservar los alimentos. Los agentes químicos naturales presentes en las especias picantes también son antibacterianos. La investigación científica moderna ha demostrado que los compuestos naturales contenidos en las fuentes alimenticias picantes como la cebolla, puerro, cebollin (ciboulette) y ajo contribuyen a reducir los niveles de colesterol en sangre y la presión arterial.

El ají, el jengibre, el rábano picante, la mostaza, la pimienta negra y la roja, los rábanos y muchas especias de uso culinario, como la albahaca, la canela, los clavos, el comino, el orégano, la menta, el romero y el tomillo, contienen el sabor picante.

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