domingo, 27 de octubre de 2013

El misterio del tiempo


Cada vez que pensamos en la materia, deberíamos pensar en las ondas de pensamiento que la crearon.
El universo físico es una creación de la mente.

La materia vibra, es movimiento. Sin embargo la materia no tiene sustancia propia ni se mueve por si misma.
La mente es lo único que se mueve.

La sustancia de la materia es la mente.

La densidad de la materia no es otra cosa que la acumulación de ondas de pensamiento a diferentes presiones, generando carga, masa, gravedad y curvando el espacio-tiempo.
Este es un fenómeno eléctrico. Toda la materia está polarizada, o sea, está cargada.

El universo físico esta hecho de luz polarizada.

Igualmente deberíamos considerar al tiempo como una acumulación de ondas de pensamiento.
Ondas acumuladas durante innumerables ciclos en la formación de los cuerpos y del mundo físico.

De la misma forma que estas ondas de pensamiento le aportan a la materia su densidad, forma, textura y otras dimensiones, también le añaden tiempo mediante la prolongación de los intervalos de tiempo necesarios para repetir ese cuerpo, es decir, alargando su ciclo vital.

Las ondas de pensamiento acumulan tiempo, de la misma forma que acumulan masa.

Los cuerpos materiales son simplemente ondas enrolladas. Energía empaquetada durante un tiempo. La duración de ese intervalo de tiempo, corresponde también a ondas empaquetadas.
Una onda de pensamiento es extremadamente rápida, de hecho puede alcanzar una velocidad de 300.000 km/seg., como la luz. De hecho el pensamiento es luz. Es una onda que transporta información y energía.
Esta velocidad lumínica es el límite máximo al que se puede viajar en este universo físico. Más allá desaparece el tiempo y el espacio como lo conocemos.

A medida que estas ondas de pensamiento se van acumulando en masas de materia, van ralentizando su frecuencia, se hacen más densas y así prolongan su ciclo de crecimiento y decrecimiento, aparición desaparición, en proporción a la masa de ondas empaquetadas en ese cuerpo.

Este concepto es difícil de asimilar porque desde pequeños nos acostumbramos a percibir la materia y al mundo físico de una forma estática y concreta, como si las cosas se crearan y desaparecieran por si solas.

Es más fácil si te hablan sobre ondas de naturaleza física: la luz visible, el sonido, las olas, etc., sin embargo el pensamiento es vibración, es movimiento, y todo lo que se mueve lo hace en forma de onda, ondas que transportan información y energía,  ondas de luz. Estas ondas pueden acumularse generando carga, densidad, masa y tiempo.

El tiempo de vida de cualquier creación en la naturaleza está dado por la acumulación de ondas de pensamiento en ese cuerpo.

Si aún tienes dificultades para concebir lo que son las ondas de pensamiento o de luz, piensa en algo que vibra: electricidad, energía, sonido, formas o colores, no importa, lo que mejor imagines vale, porque esa imaginación es justamente ondas de pensamiento.

El pensamiento es luz.
La luz es movimiento.
El movimiento es tiempo.
El pensamiento es tiempo y materia.
El tiempo y la materia están unidos, ambos son luz.
Sin movimiento no hay tiempo.
Sin tiempo no hay materia ni existencia

A un árbol puede llevarle muchos años completar un ciclo de existencia, consumiendo patrones de ondas de pensamiento acumuladas en su cuerpo, desplegándose desde su semilla, madurando y volviendo a replegar el registro de estos patrones nuevamente en ella.
Aparición, desaparición y reaparición. Despliegue, repliegue, etc.

Los ciclos de vida y muerte de los insectos pueden variar de minutos a meses. En los animales puede ir de años a décadas, mientras que en los soles y galaxias, la acumulación de ondas de pensamiento puede tomar miles de millones de años en completar un ciclo de vida-muerte.


Los períodos de gestación también se prologan en relación a la acumulación de patrones de ondas de pensamiento sobre otros patrones de onda, lo que produce cuerpos complejos.

Los patrones de ondas al acumularse generan entre si interferencias creando una verdadera matriz holográfica. Un molde del cual surge la forma y vuelve a él.



El mundo físico es una proyección de esta matriz de pensamiento.

La duración de un cuerpo es el tiempo que le lleva desenvolver todos los patrones de ondas acumuladas en él.

A mayor acumulación de ondas de pensamiento, mayor será la duración o el tiempo consumido por ese cuerpo para cumplir su ciclo de aparición y desaparición.

Cuantas más ondas de pensamiento, es decir ondas de energía e información, almacene tu cuerpo, más tiempo durará. En los seres humanos, la pérdida de esta carga está relacionada con la forma de vida desequilibrada y las creencias de la persona.

La alquimia espiritual provoca una inversión de este flujo descontrolado. Mediante el control mental, la respiración y las posturas del cuerpo.

Cuando el sistema está en equilibrio, el gasto energético es mínimo y el tiempo se ralentiza.

El momento presente

Cada experiencia consciente, cada conciencia del ahora, es un momento único que se encadena con el momento contiguo, formando un flujo de tiempo, o más bien un collage de momentos organizados arbitrariamente cuya continuidad es una ilusión creada por la mente, valiéndose de la memoria y la velocidad de proyección de las imágenes. 

Esta cadena de pensamientos, que crea una verdadera corriente de conocimiento, está formada por información "residual" en la memoria, programas subconscientes y otras vibraciones que no registramos y ni siquiera nos pertenecen.
El inconsciente colectivo entra en este paquete.

En cualquier caso, nos percibimos conscientemente como una continuidad y esta ilusión es obra del cerebro que traduce y gestiona los deseos de la mente.


La mente crea al tiempo.
El tiempo no existe por si mismo.
Tiempo y existencia son uno.
Tiempo y existencia son una ilusión.

Todos experimentamos la “relatividad” del tiempo. Ante situaciones extremas o no ordinarias, la noción del tiempo cambia.

Durante la meditación la percepción del tiempo varía. La postura estable y equilibrada, la inmovilidad y el no pensamiento, modifican la estructura de la realidad, es decir, la geometría del espacio-tiempo. Esto permite que la conciencia se expanda y cambie de dimensión al no toparse con los límites de la percepción ordinaria ni del pensamiento consciente.


Cuanto más rápido se mueve la conciencia, más lento pasa el tiempo.

Esta ilusión se relaciona, como hemos visto, con la frecuencia de vibración y la acumulación de las ondas de pensamiento.
Cuanta más energía e información acumule un cuerpo, mayor será su vibración, más lenta será su degradación y más rápida se moverá su conciencia.

La velocidad mental, al igual que las otras habilidades cognitivas, depende también de las conexiones neuronales y el estado del sistema físico, es decir, el hardware cerebral.

Una característica de la evolución humana, es la capacidad de modificar el hardware cerebral creando nuevas conexiones y redes neuronales.
Las nuevas generaciones de humanos vienen con un sistema físico mejor adaptado y de mejor rendimiento, o sea, más inteligente y actualizado. 

Lamentablemente, la educación en las escuelas y universidades está diseñada para (y por) modelos antiguos y menos eficientes.
Algunos individuos se adelantan a su tiempo y pueden tomar el camino de la genialidad...o la locura. La diferencia depende del contexto.

También dada la plasticidad del cerebro, con entrenamiento adecuado una persona puede cambiar su programación mental, aumentar el número de conexiones neuronales, mejorar el procesamiento de información y optimizar el funcionamiento cerebral, lo que se traduce en una mayor inteligencia y expansión de su conciencia. 
Esto brinda un número mayor de posibilidades al gestionar el cerebro más cantidad de información simultáneamente.


Otra de las características extrañas de la conciencia es la sincronía temporal de los estímulos sensoriales.
Incluso los actos simples como caminar, involucran una cantidad enorme de estímulos sensoriales (energía e información) que son coordinados de manera compleja para darnos una sensación de percepción unificada.

Las sensaciones táctiles de los pies en contacto con el piso viajan a través de las vías nerviosas sensitivas en un recorrido bastante largo y lento, debido a los tiempos de conducción y los retrasos sinápticos, a través de las piernas y la médula espinal hasta el cerebro… pero la información visual de ver a nuestros pies en contacto con el piso llega a nuestro cerebro mucho más rápido a través de los nervios ópticos.
Sin embargo, percibimos la información visual y táctil como simultáneas.

La percepción de los sentidos es fragmentada y desincronizada. 
Por ejemplo: vemos a nuestros pies golpear el piso y una fracción de segundo más tarde sentimos la presión del tacto, pero los recordamos como sincronizados, el cerebro genera una respuesta globalizada del suceso.

Esto implica que nuestra visión de la realidad es meramente una construcción, es decir, es un collage de imágenes densas y persistentes, que no deja de ser una ilusión.

Otra explicación es que la percepción rápida (como la visión) se retrasa para esperar a la percepción lenta (tacto).
Lo que implica que estaríamos constantemente retrasados o "viviendo en el pasado”. Y esto es algo inevitable si te mueves únicamente en los planos materiales.

Nuestra conciencia va retrasada con respecto a la realidad.
El pensamiento consciente no sirve para penetrar la esencia de las cosas y de tu propio ser.

Hay otro hecho. La evidencia experimental sugiere que el cerebro refiere la información "hacia atrás en el tiempo".

De hecho esta referencia hacia atrás puede ser algo trivial, lo que nos permite vivir el momento presente a pesar de los retrasos permanentes en nuestra experiencia sensorial. Este mecanismo nos permite actuar, y luego un poco más tarde decidir acerca de la acción.
La naturaleza garantiza la supervivencia...si la dejamos!.

En los niveles fundamentales el tiempo es incierto y los eventos se pueden ejecutar en el sentido inverso.
De manera que la información puede provenir también del futuro.
Un futuro que existe en este mismo instante, en este punto.

Hablamos de presente, pasado, futuro, pero esencialmente no hay separación.
Cada punto de la existencia contiene su pasado, su presente y su futuro.
Desde este "aquí y ahora" podemos enviar y recibir información de todas las direcciones del tiempo y el espacio.
Y de hecho es lo que ocurre, aunque no seamos conscientes.
Cada punto de la existencia contiene la información de la totalidad.

Puedes modificar un recuerdo, purificarlo, embellecerlo o iluminarlo, y esta simple acción iluminará tu presente.
De la misma forma puedes enviar información al futuro, modelando sutilmente la geometría del espacio-tiempo con un propósito o una intención, y al mismo tiempo recibir información del futuro.

Seguramente tu ser de mañana estará recordando este hoy de la misma forma que tu ser de hoy recuerda su ayer.
Verdaderamente está más cercano al mundo de la magia que a la ciencia.

Es difícil comprender esto conscientemente ya que la experiencia consciente se mueve hacia adelante en el tiempo, de pasado a futuro, y el pensamiento es especialista en hacer categorías y en darle forma a las cosas.

Pero en el mundo del espíritu todo es posible. Es cuestión de probabilidades y tendencias.
La intención es determinante. La intención es el propósito focalizado. Es la conciencia enfocada en algo.

En el microscópico mundo de las partículas y átomos, la conciencia genera densidad de energía e información en cualquier punto y esto modifica (curva y modela) la geometría del espacio-tiempo, es decir, el sustrato de la realidad.

Si modificas la información en un punto, todo el universo se modifica respecto de ese punto.
Ese punto es tiempo y existencia.
Estamos hechos de puntos. Nuestra existencia contiene una infinidad de puntos.
Sin embargo un punto no tiene dimensiones, o sea, no tiene existencia física, ni forma ni tiempo, y a su vez el punto contiene todas las formas y todos los tiempos.

El tiempo es ser.
El ser es tiempo.


Fuera de eso no hay nada.

miércoles, 16 de octubre de 2013

Una nueva mentalidad


Nuevos tiempos implican una nueva manera de pensar. Pero, ¿es posible pensar de otra manera pensando siempre de la misma manera?, o sea, manteniendo siempre la misma programación mental. La respuesta es NO.

La forma habitual de pensar en la mayoría de las personas es condicionada y reactiva.

Condicionada por la genética, por la configuración del cerebro y por los programas instalados mediante la educación, la cultura, los medios, etc., y es reactiva por que reacciona ante cualquier estímulo, teniendo la tendencia a quedar conectada o “enganchada” a ese fenómeno sin volver  a su posición de equilibrio o descanso.
Esta es la causa de los apegos y de las contradicciones en la vida cotidiana.

La mente reactiva es como un radical libre.

En química, los radicales libres son átomos o moléculas muy “inestables” que se “enganchan” fácilmente con otras moléculas provocando un aumento de las reacciones químicas y por lo tanto de radicales libres, un mayor gasto energético y acumulación de residuos, que acidifican y calientan aun más el sistema, provocando un mal funcionamiento y acelerando el envejecimiento del mismo.

Lo primero para eliminar un programa mental y reemplazarlo por otro nuevo, es decir “actualizarlo”, es volver a cero. Reset. Parar el movimiento mental inestable y desequilibrado y permitir que el flujo electroquímico del cerebro se equilibre. 

En este proceso no es necesaria la voluntad ni la intervención del pensamiento consciente, ya que aumentan aún más la actividad eléctrica del cerebro. Pero también es cierto que al principio es necesaria una dosis de voluntad y determinación, para llevar las cosas a su equilibrio.

La medida del desequilibrio es la medida de tus ilusiones y tu sufrimiento.

Cuanto más desordenado esté el sistema, más energía y tiempo habrá que emplear para volver a ordenarlo. Pero un sistema vivo, consciente y autoreferenciado, busca solo su propio equilibrio, hay que dejarlo. La energía y el trabajo se aplican para desengancharse de todas las ilusiones que nos desestabilizan y nos sacan de nuestro centro vaciándonos de energía.

Más alejado estás de tu centro, más inestable es tu posición y mayor será el esfuerzo para lograr el equilibrio.

Nuestra mente ordinaria es extremadamente reactiva, se enciende con la actividad de los sentidos y de algunas estructuras cerebrales como el tálamo y el neocórtex, que reciben información constantemente del medio externo e interno, provocando un movimiento de cargas eléctricas que dispara una cascada química, la cual genera una respuesta fisiológica que va a generar y modelar una realidad física determinada.

En la actualidad, gran parte del desequilibrio está dado por un exceso de actividad del hemisferio cerebral izquierdo, que es el encargado de brindar una respuesta adaptativa mediante la individualización y la separación de las partes, gestionando el movimiento voluntario, la palabra, los conceptos, la razón y la lógica.
Es nuestro cerebro “separatista”. A fuerza de desarrollarlo y de “creer” lo que nos dice, nos fuimos separando del resto.

Hay que considerar también el aumento cada vez mayor de radiaciones y estímulos externos: celulares, ordenadores, TV, artículos de consumo, estrés y contaminación…todos estos factores altamente desequilibrantes.

La radiación nos acerca a la muerte.
La gravitación genera vida.

De manera que para volver a la condición normal, debes encontrar el equilibrio, tu propio centro, retornando a cero, transformando así la percepción de la “realidad” y de ti mismo.
Para cambiar la programación mental es suficiente con invertir la polaridad del movimiento y la percepción, dirigiéndolos hacia el interior de tu ser.

La meditación es fundamental.

zazen: postura de equilibrio y despertar de la conciencia

No se trata de religión o de espiritualidad para “consumir”, se trata de volver a la condición normal y equilibrada del ser humano.

Volver a la fuente original.

Cuando percibes y comprendes el flujo de energía en tu cuerpo, entonces puedes comprender todo.
Es muy simple y muy sutil.

Es como la respiración o como el latido del corazón. Todo sigue el pulso rítmico del universo: expansión-contracción, crecimiento-decaimiento, movimiento-reposo, aparición y desaparición.

Si consideras un solo lado de las cosas, el resto permanece oculto, entonces…

¿Cómo puedes estar tan seguro de que lo que percibes es real?

Si lo que percibes no tiene dos aspectos, es solo un reflejo de la luz verdadera. 

Un espejismo.

En otras palabras, si el pensamiento consciente habitual, monofásico y repetitivo, que es afirmación, no es purificado o equilibrado con su opuesto complementario, la negación, será tendencioso, dogmático y fuente de error.

Se dice que el pensamiento es “afirmativo” porque constantemente nos afirma una determinada “realidad” sin considerar su contraparte. Por eso se equilibra con la “negación”.
Esto no significa volverse “negativo”, sino equilibrado. Solo así podemos tener una imagen completa del mundo que percibimos y de nosotros mismos.

Hay que pensar de manera positiva y creativa, porque el mensaje de los medios y de la cultura es tendencioso y negativo, y sino basta con observar el rumbo que toma la sociedad moderna.

He aquí la fórmula mágica para la alquimia espiritual:

-Recoge tu espíritu.
-Calma tu mente.
-Abre tu corazón.
-Programa tu cuerpo.
-Sonreí.

El resultado se debe acercar a cero, que es el equilibrio. El punto de reposo y origen.

A partir de ese punto podrás crear tu vida con salud y felicidad, y la luz de tu comprensión iluminará la comprensión de los demás.
Naturalmente.
Casi sin darte cuenta.

Por lo tanto, la medida de tu poder para encontrar magistralmente la felicidad, la paz, la prosperidad y la gloria, radica en la dimensión de tu conocimiento de las maneras de Dios y tu deseo de hacer que las maneras de Dios sean tu manera.
Después de todo, estamos hechos a su imagen y semejanza, al igual que toda la Creación.
Somos una extensión de su Mente.


Somos la mente del Creador.