martes, 22 de abril de 2014

La naturaleza de la experiencia mental



La conciencia y el citoesqueleto

En el nivel fundamental de la realidad física, los componentes de la materia no son materiales en absoluto. Son más bien ondas de posibilidades en estado de superposición, que colapsarán o se reducirán en un determinado cuerpo o geometría espacio-temporal al interaccionar con la consciencia del observador.

La información y la energía existen como campos de ondas fluctuando en equilibrio hasta que irrumpe la observación consciente y entonces se particulariza en una determinada realidad con su propia geometría y coordenadas espaciotemporales.
  
En los niveles fundamentales, que es el mundo que trata de describir la física cuántica, la energía y la materia se transforman sin cesar y se comportan de manera opuesta a lo que estamos habituados a percibir como “real”. 
Las partículas aparecen, desaparecen y vuelven a aparecer, pero en otro lado (con lo cual no se puede estar seguro que sean las mismas, a esta propiedad se la llama principio de incertidumbre).
Otra característica del nivel cuántico es la dualidad onda-partícula de los átomos y sus componentes. Mientras que un sistema cuántico como un átomo o una partícula subatómica como el electrón, permanezca aislado de su entorno, se comportará como una "onda de posibilidades" y existirá en un estado de superposición de muchos estados posibles.

Hay algunas peculiaridades en el comportamiento de los sistemas a nivel cuántico, como ser la coherencia cuántica, relacionada con los estados en superposición, y el colapso de la información o reducción de la función de onda, que son esenciales para la manifestación de la experiencia consciente.
Todo indica que estos procesos se producen en el citoesqueleto de las células nerviosas en el cerebro, más precisamente en los microtúbulos.


Si bien no es posible “objetivar” o dar una demostración “cientifica” sobre la experiencia consciente, la percepción interior, la voluntad, la intuición y otras habilidades cognitivas superiores, etc., podemos tratar de comprender los mecanismos que permiten que seamos conscientes y las estructuras involucradas en el proceso.
Este es el objetivo del presente trabajo.
 
citoesqueleto
Partimos de la premisa que cada célula es una unidad de conciencia, es decir, la célula tiene un nivel fundamental de conciencia que le permite interactuar dinámicamente con su entorno: nutrirse, multiplicarse, cumplir sus funciones, adaptarse a los cambios y defenderse.



Cada célula “sabe” lo que debe hacer, lo que necesita y lo que no…

Nuestro cuerpo es especialista en supervivencia y adaptación al medio

…y esto solo es posible si hay una conciencia fundamental que se mueve y lo anima. Es el fundamento de la capacidad curativa del cuerpo y del desarrollo del poder personal.

El universo y toda la Creación, cada cosa que existe, cada partícula, tu cuerpo mismo, es la misma conciencia, vibrando y manifestándose de infinitas maneras. El Espíritu es unidad y no hay nada más que esto, lo impregna todo, variando sus grados de manifestación, desde la tenuidad más sutil hasta la materia más densa.

La experiencia consciente es una propiedad básica de la realidad física



Cualquier forma de vida, desde un simple unicelular hasta un organismo complejo, incluye un grado fundamental de conciencia. Incluso las partículas elementales, como el fotón o el electrón, tienen su nivel de conciencia y por lo tanto reaccionan a los movimientos de la mente.



El universo es conciencia viva

La conciencia no está limitada al cerebro, pero es en el cerebro donde emergen los procesos mentales y se integra toda la información recibida para elaborar una respuesta. El cerebro es el proyector de la realidad. Toma la información, la clasifica, la integra y listo: ¡luz, cámara…acción!

Captamos un estímulo, ya sea mecánico, por los receptores en la piel, o lumínico por la vista o una onda sonora captada por el oído, Los receptores de la membrana celular traducen la información en impulsos eléctricos que son conducidos por los nervios correspondientes hasta áreas determinadas del cerebro, ya sea la corteza visual (occipital), la auditiva (temporal) o la somatosensorial (parietal). Estas a su vez están interconectadas con otras zonas y núcleos cerebrales que integran y modulan la respuesta, como el tálamo, el cerebro medio y el tronco encefálico.

 Lo que vemos no es lo que ven los ojos, sino la imagen que se forma en el lóbulo occipital y que luego es interpretada, clasificada y de acuerdo a la naturaleza del estímulo se elabora una respuesta (motora, glandular, emocional, mental, etc.)

Lo mismo pasa con los estímulos dolorosos, antes de ser percibidos como tales en la corteza sensorial pasan por un filtro de conexiones cerebrales en el tálamo, el cual a su vez está conectado con el sistema límbico, que presenta estructuras como el hipotálamo, hipocampo y la amígdala cerebral que se encuentran relacionadas con la memoria y la respuesta emocional  (miedo, placer), también hay conexiones con el sistema neurovegetativo (respuesta visceral: sudoración, secreción,  taquicardia, vasodilatación, temperatura, etc.).


Luego de la toma de conciencia (experiencia consciente) y la valoración que hacemos del fenómeno, aparece la reacción o la respuesta, que guarda estrecha relación con la educación, el condicionamiento, las experiencias previas y las características de cada individuo.

La mente y la materia cambian incesantemente, aunque el cuerpo físico lo hace a una velocidad más lenta.


Todo lo que percibimos existe en relación de interdependencia con todo lo demás.
Nada existe por si mismo o por separado.

Al observar con claridad que estos componentes de la "realidad", son impermanentes y sin sustancia, disminuye el apego al mundo físico y a las emociones, y nos permite controlar y equilibrar las ilusiones y el sufrimiento.
Se dice sin sustancia, para resaltar el hecho que no poseen una naturaleza fija o inmutable. La sustancia verdadera del universo es la mente. En otras palabras:


Lo único que genera materia en el universo es la conciencia




 El pensamiento consciente emerge de procesos subconscientes

El pensamiento puede manifestarse porque a nivel cuántico se produce una reducción de los estados en superposición, o sea, todas las posibles realidades no manifestadas, colapsan en un único estado, lo que da como resultado la manifestación de un evento o experiencia consciente.

Colapsa (se reduce) la función de onda y aparece (se particulariza) el fenómeno a nivel consciente.
Esta reducción o colapso permite traspasar un umbral, por debajo del cual no se es consciente y luego si, aunque de solo una de las tantas posibilidades.
La transición entre el subconsciente y el consciente es muy sutil y depende de muchos factores.

La conciencia individual es limitada y condicionada. El inconsciente, que es parte de la conciencia universal en si misma, representa el océano de potencialidad infinita, todas las posibilidades superpuestas y no manifestadas.

Es interesante, porque esta descripción de los procesos mentales nos permite comprender que el pensamiento es simplemente una actividad de células especializadas en el cerebro. No es “real”. Es un efecto repetido. Es incompleto. Son cargas eléctricas moviéndose en busca del equilibrio perdido.

La naturaleza del pensamiento es vacuidad

El pensamiento es el resultado de la reducción, en los niveles fundamentales, de múltiples posibilidades en una sola. Esta actividad electroquímica es expansiva, genera ondas y reverberaciones que activan otras zonas del cerebro y la memoria, creando una corriente de pensamientos o flujo de conocimiento.

El pensamiento que emerge en el consciente, es decir en el plano físico de la realidad, ya fue modelado y condicionado en los niveles más profundos por los programas instalados previamente. En este punto cabe preguntarse ¿Quién soy en realidad? ¿Soy en verdad esto que pienso? ¿Soy la causa o el efecto?

Para que el pensamiento no sea condicionado y tendencioso debe ser negado, filtrado y clarificado mediante el no pensamiento, la no conciencia.
El no pensamiento interrumpe la secuencia incesante de la actividad consciente.
Permite que los sistemas recuperen el estado de coherencia cuántica, disminuyendo las reducciones (eventos conscientes) y por lo tanto la actividad mental.

Si comprendes el principio de polaridad de todas las cosas, verás con más claridad que  la actividad debe ser neutralizada o equilibrada con la no actividad, el silencio, cero.

El pensamiento que surge de esta no actividad, de este punto cero, es claro y puro y puede volver a desaparecer sin dejar huellas, es decir no forma parte de una secuencia o encadenamiento de pensamientos. No es reactivo ni es un efecto repetido o la reverberación de una onda pasada.

A este nivel de conciencia se lo llama pensamiento absoluto, conciencia cósmica, el pensamiento de Buda, mente unificada, etc. En el Zen se lo llama hishiryo: más allá del pensamiento.
El silencio interior es el punto de partida y llegada, es el punto cero.

¿Como ser consciente de la no conciencia? ¿Cómo pensar sin pensar? ¿Cómo puedo trascender mi pensamiento ordinario?

Zazen es la respuesta.




Puedes descargar el archivo completo en PDF: click aquí





No hay comentarios: