lunes, 1 de septiembre de 2014

¿Existe la Muerte?

La mayoría de las personas tienen miedo a la muerte. Es natural, crecemos y vivimos con ese temor. Creemos en la muerte porque se nos ha dicho que nos vamos a morir. Desde siempre vemos que la gente se muere, los animales se mueren, todo lo que está vivo se muere. Los seres que más queremos se van y no vuelven y así asumimos que un día moriremos y será el final.

Como estamos apegados e identificados con el cuerpo físico y sabemos que los cuerpos mueren, entonces creemos en la muerte

Pero, ¿y si no fuera así? ¿Y si al abandonar el cuerpo físico en lugar de morir despertamos?



La física actual transita caminos que se entremezclan con la antigua espiritualidad y el conocimiento de los sabios. Por distintos caminos llegan a la misma conclusión: la materia no existe, solo se trata de vibración, de energía condensada, de la materialización momentánea de energía e información, movidos y ensamblados por la conciencia!

También, los científicos saben, al igual que los sabios del pasado, que la energía (y la información)  no se destruye ni se crea, solo se transforma.

Entonces, podemos asumir que hay algo que no comprendemos de nuestra naturaleza esencial, ¿si estamos hechos de información y energía, que no pueden morir ni desaparecer, qué es lo que muere en nosotros?

Aclarando que decimos energía e información, para referirnos en realidad a la actividad de la conciencia fundamental, que crea e impregna a toda la Creación.

En otras palabras, somos conciencia y la conciencia no puede morir.

Hay otros puntos interesantes. Sabemos también ahora por la física cuántica, que la realidad de los niveles fundamentales, más allá del átomo, es un universo (o múltiples) incierto de posibilidades e interconexión, donde el tiempo no existe y el espacio es hiperdimensional, en el que las partículas aparecen, desaparecen y se transforman constantemente.

Y nosotros estamos hechos de eso.

Hay un número infinito de universos, y todo lo que posiblemente podría suceder ocurre en algún universo. La muerte no existe en ningún sentido real en estos escenarios. Existen todos los universos posibles simultáneamente, independientemente de lo que ocurre en cualquiera de ellos. 

Aunque los cuerpos individuales están destinados a la autodestrucción, su esencia es indestructible.

En realidad, el sentimiento de estar vivos, el "¿Quién soy yo? “, es sólo una fuente de 20w de energía gestionada en el cerebro y la realidad física cotidiana a la cual estamos apegados, corresponde apenas a unos 2000 bits/seg de información, aportados por los sentidos y procesados también en el cerebro. (Aclarando que el cerebro procesa varios miles de millones de bits por segundo, de los cuales obviamente ni nos enteramos y que la cantidad de energía contenida en uno solo de nuestros átomos es increíblemente enorme).

Sin embargo esta energía y esta información no desaparecen con la muerte. 

Uno de los axiomas más seguros de la ciencia es que la energía y la información nunca mueren; no se crean ni se destruyen

Entonces, ¿pueden esta energía e información trascender de un mundo a otro?

Hace un tiempo fue publicado en la revista Science un experimento en el cual los científicos pudieron cambiar retroactivamente algo que había sucedido en el pasado. 
La prueba consistía en que las partículas tenían que decidir cómo comportarse cuando llegaran a un divisor de luz. Más tarde, el experimentador podía apagar o encender un segundo interruptor. Resulta que lo que el observador decidió en ese momento, determinó lo que la partícula hizo en el pasado. 

Esto muestra que en el nivel fundamental el tiempo no existe como lo conocemos. El presente puede también determinar el pasado.
Independientemente de la opción que ustedes, como observadores hagan, son ustedes los que experimentarán los resultados que de ella se deriven. 

Piensa en esos 20w de energía y en esos bits de información simplemente como un holograma de uno u otro resultado que se proyecta en una pantalla. La energía no varía, la información ya está ahí, lo que cambia y modifica la imagen es el punto de vista del observador, es decir, su elección, o más bien, el nivel de su conciencia (si esto es consciente o no, esa es otra cuestión).

También es un hecho comprobado que la materia puede comportarse como una onda o como partícula. O sea, campos de energía vibrante e insustancial que ante la mirada del observador se particulariza y forman un cuerpo físico.

Los científicos una vez pensaron que los resultados experimentales de la teoría cuántica, tales como la materia existiendo simultáneamente en diferentes estados (dualidad onda-partícula) se limitaba solo a los objetos subatómicos.

Esto nos salvó de tener que aceptar la conclusión lógica de que los seres vivos, como vos o yo y todos los que conocemos, incluido el gato de Schrödinger, podrían estar tanto vivos como muertos al mismo tiempo.

Pero ahora los científicos de la Universidad de Viena han llevado a cabo un experimento (Nature Communications 2, 263, 2011Interferencia Cuántica de grandes moléculas orgánicas) que muestra que esta rareza cuántica entra en el mundo físico ordinario.
Ellos estudiaron gigantescas moléculas orgánicas compuestas de más de 400 átomos, comprobando que esta extraña dualidad cuántica (la materia existiendo como partículas y ondas de probabilidad) se extiende a la escala humana del mundo en el que vivimos.
Los vínculos entre estas diversas historias y universos trascienden nuestras ideas clásicas ordinarias del espacio y del tiempo. 

Hay que aceptar que el espacio, el tiempo y la materia no son los objetos duros y objetivos que creemos

Después de todo, ¿Dónde se crea nuestra realidad, en el exterior o en el interior de nuestro cerebro? ¿El pájaro que vemos por la ventana y oímos cantar, es en realidad tal como lo percibimos, o es un cúmulo de energía e información que el cerebro decodifica e integra dándole forma, sonido y todas las características que reconocemos en el ave?


Sin embargo el cerebro es un sitio oscuro. No se puede ver nada a través del hueso que rodea el cerebro. Lo que vemos no es lo que ven los ojos, y la imagen que se forma en la corteza occipital está modelada por una cantidad variada de interconexiones nerviosas, que es interpretada por nuestra mente.

Todo lo que vemos y experimentamos en este momento es un torbellino de información que ocurre en la mente

El espacio y el tiempo son simplemente las herramientas para poner todo junto de manera coherente y eficaz, de manera que podamos experimentar nuestra realidad física.

La muerte no existe en un mundo sin espacio ni tiempo, estos son simplemente el lenguaje de la conciencia.

Al final, incluso Einstein admitió: "Ahora Besso (un viejo amigo) se ha apartado de este extraño mundo un poco por delante de mí. Eso no significa nada. La gente como nosotros sabemos que la distinción entre pasado, presente y futuro es sólo una ilusión obstinadamente persistente.”

La inmortalidad no significa una existencia perpetua en el tiempo sin fin, sino que reside por completo fuera del tiempo.

La mente tiene la capacidad de crear realidades espacio-temporales de carne y hueso como la que estás experimentando ahora mismo

Y esto me lleva de nuevo al punto central de este artículo: que todos los hechos experimentales apuntan a la conclusión de que la realidad espacio-temporal es un fenómeno determinado por el observador.

Como John Wheeler, el gran físico que acuñó el término "agujero negro" y "agujero de gusano", dijo una vez: "Ningún fenómeno es un fenómeno hasta que es un fenómeno observado."

Es aquí por fin, donde nos acercamos a la frontera imaginaria de nosotros mismos, la frontera difusa entre el sueño y la vigilia, entre la ilusión y la realidad.


Al morir, todos sabemos, hay una ruptura en la conciencia, y así también, una ruptura en la continuidad de la conexión de los tiempos y lugares.

Es obvio ya que nuestra conciencia ordinaria depende de los sentidos físicos y por eso está atada al cuerpo. Pero esta autoconciencia, es solo una pequeñísima parte, apenas una ola que emerge de una mar de conciencia infinita, de energía e información entrelazada con todo el universo. 

Sin espacio ni tiempo, las concepciones seguras, lógicas y lineales de nuestro mundo físico cotidiano, no tienen ningún significado. En realidad se puede tomar cualquier momento, pasado o futuro, como un nuevo marco de referencia, y estimar todos los otros eventos relativos al mismo. 

Sin la traba ni los límites del cuerpo físico, como en los sueños, la conciencia experimenta otros mundos, otras dimensiones, más allá del tiempo y el espacio ordinarios.

¿Dónde, pues, te encontrarás a ti mismo cuando mueras?

Seguramente en alguna parte de la ola cósmica, continuando eternamente el ciclo de la vida, emergiendo, desapareciendo y apareciendo una vez más, con otra forma pero con la misma esencia.

Nada de lo que hayas pensado o vivido, se pierde. Si algo es seguro, lo único que te llevas cuando mueres es tu conciencia, y cuanto más coherente y ordenada esté esta información en tu cuerpo, más memoria tendrás en el siguiente ciclo.

La memoria es la clave. El miedo y el desorden mental, hacen que pierdas memoria, que no puedas acceder a información fundamental contenida en tu ser y a causa de esto  te separas de la verdad de la vida y del conocimiento de tu verdadero ser.

Somos seres luminosos, hijos del Sol y de la Tierra, estamos hechos con la misma luz y el mismo espíritu, experimentamos la vida física por un corto tiempo.
Nos acostumbramos a pensar que el pasado es pasado y el futuro, es futuro, que la vida es dura y la muerte es el final.  Pero es importante también asumir tu naturaleza universal e infinita y que después de todo la vida es un sueño, y los sueños, sueños son..

Amamos y sufrimos, no comprendemos el significado del dolor, hemos sido condicionados para apegarnos a la materia y al mundo físico. Nos aferramos al envase y olvidamos el contenido. Sin embargo vivimos separados de nuestro cuerpo, sin experimentar la mente universal ni controlar nuestros instintos. Como sea, no te preocupes...

Cuando mueras, te despertarás en el presente, al igual que lo hiciste esta mañana...




No hay comentarios: